Las siglas ACT corresponden a lo que conocemos como Terapia de Aceptación y Compromiso (Acceptance and Commitment Therapy). Este tipo de terapia se encuentra inscrita en el encuadre de las llamadas terapias de tercera generación, siendo una de las que mayor auge está teniendo en los últimos años, debido a los estudios contrastados que avalan su uso en infinidad de casuísticas que el paciente con frecuencia trae a la consulta. Por lo que ha demostrado ser eficaz en problemas tan diversos como:
– Ansiedad
– Alcoholismo
– Trastornos alimenticios
– Dolor crónico
– Trastorno obsesivo-compulsivo
– Fobia social
– Problemas psico-oncológicos
– Depresión
– Estrés
– Control de impulsos
– Problemas de pareja
– Disfunciones sexuales
– Mejora del rendimiento y motivación laboral
– etc.
Es decir, prácticamente la gran mayoría de los pacientes son susceptibles de poder beneficiarse de la Terapia de Aceptación y Compromiso porque aborda problemas cotidianos, con los que en algún momento de nuestra vida cualquier persona puede encontrarse.
A pesar de que en los últimos años la demanda en la formación de psicólogos en este tipo de terapias prolifera más incesantemente, es importante reseñar que el primer artículo que describía ya este planteamiento terapéutico data de 1984, por Hayes. Durante todo este tiempo se ha ido perfilando lo que a día de hoy conocemos como ACT o Terapia de Aceptación y Compromiso, configurándose el sustrato tanto teórico como empírico, avalando su práctica clínica tal y como hoy la conocemos.
Según Hayes, Bernes-Holmes y Roche (2001), “ACT es una forma de psicoterapia experiencial basada en la teoría del marco relacional del lenguaje y la cognición humana y representa una perspectiva que enfatiza el papel de la evitación experiencial, la fusión cognitiva, la ausencia o debilitamiento de los valores…”. Es decir, en el desarrollo terapéutico hay varios puntos de encuadre que van a ser las aristas importantes a trabajar:
- la aceptación en contra de la evitación experiencial
- la atención flexible al momento presente
- el trabajo en la dirección a los valores de la persona
- la defusión con los pensamientos: tomar distancia respecto a ellos y trabajo del YO
ACT, ¿Qué aporta la Terapia de Aceptación y Compromiso respecto a otras terapias?
Realmente, ¿qué aporta ACT respecto a las anteriores terapias? La contribución preponderante respecto a las terapias tradicionales es que NO se centra en la eliminación, cambio o alteración de los eventos privados (refiriéndose tales a: pensamientos, emociones, recuerdos, sensaciones), sino en la alteración de la función psicológica en particular. Es decir, en muchas ocasiones los intentos de control que el paciente ha intentado conseguir (“quiero quitarme la ansiedad, la sensación de malestar, estos pensamientos que me atormentan…”) no le han funcionado, pudiéndose considerar que quizás hasta ese momento ha utilizado la estrategia inadecuada, intentado huir en muchas ocasiones del sufrimiento inmediato instaurado en la filosofía de nuestra propia cultura.
Para ello se le ofrecen ciertas herramientas para que la persona aprenda cómo aceptar tales procesos y cuál va a ser su disposición para con ellos en su día a día. Y para que tales se hagan propias, el terapeuta especializado en ACT utilizará en consulta distintas herramientas desde la primera sesión:
- Metáforas
- Paradojas
- Ejercicios experienciales
Y se le ofrecerá a la persona la posibilidad, a modo de pautas, de que utilice ciertos ejercicios en su práctica diaria que le puedan servir para contactar con los pensamientos, sentimientos, recuerdos, sensaciones, que hasta ese momento seguramente haya intentado evitar.
Desde la primera sesión…
¿Y por qué desde el primer contacto con el paciente? Porque es importante que ya desde la primera aproximación con el terapeuta, la persona pueda ir vivenciando lo que le ocurre, y exteriorizando lo que para ella es importante en su vida, en el desempeño de integrar sus valores y así ir fijando las bases que nos dirijan hacia lo que realmente el paciente quiere conseguir en su vida.
Todo esto en un ambiente en el que el paciente es clave en todo el proceso terapéutico siendo siempre parte activa del mismo. Psicólogo y paciente se encuentran en la misma barca, remando a la par en igual dirección y al ritmo que la persona necesite en todo momento.
De tal forma que el desarrollo de las sucesivas sesiones van a integrar el que la persona vivencie qué ha estado haciendo hasta ahora para solucionar sus problemas, hasta qué punto tales estrategias le han ido funcionando, cómo está en ese momento su vida, qué quiere conseguir, qué es lo más importante para él/ella y si realmente sus acciones van enfocadas en esa dirección.
¿Cuánto dura la terapia ACT?
La duración de la terapia a priori nunca se va a poder precisar con exactitud porque dependerá del proceso que cada persona necesite. Lo que sí se ha demostrado es que las terapias más largas no tienen que ser las más eficaces, por lo que si somos rigorosos no es una cuestión del devenir de las sucesivas sesiones, sino de lo que se hace en cada una de las mismas y de la práctica continuada del paciente.
Y precisamente esta última cuestión, la práctica continuada del paciente, es una de las causas más importantes que hace más eficaz a ACT a corto y a largo plazo respecto de otro tipo de enfoques o procedimientos orientados a la evitación.
Actualmente disponemos de diversas investigaciones que sustentan los procesos de cambio que se potencian al aplicar la Terapia de Aceptación y Compromiso. Cuando el paciente experimenta en todo momento lo que le ocurre, y se entrena desde el comienzo de la terapia en la práctica de ciertos ejercicios, es algo que siempre le va a acompañar para el resto de su vida. De tal forma que, aunque la vida esté llena de infortunios, hay alguien que siempre permanece por encima de cualquier proceso o situación: “YO”, ese YO que a veces está contento, otras veces se encuentra triste, otras tiene ciertos pensamientos, sensaciones, emociones…
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