Escuchamos noticias, vemos programas de televisión que nos describen situaciones y todos hemos conocido a algún adolescente “difícil” o “problemático”. En la actualidad, la realidad social, a veces, favorece agresividad en adolescentes.
Pero…¿Qué podemos hacer cuando esos niños que un día fueron pequeños, risueños, despiertos, alegres, traviesos, adorables, cariñosos, desinteresados, inocentes y sinceros, cambian y se comportan con sus familias como auténticos desconocidos? Se avergüenzan de quienes se lo han dado todo, sus padres, tratándoles mal, mintiéndoles, ridiculizándoles y comportándose de modo interesado, manipulador, desafiante y desagradecido. Niños adorables, por lo general consentidos y sobreprotegidos, que se convierten en adolescentes agresivos que presentan conductas violentas con los demás.
Acostumbrados a tenerlo todo, cuando las cosas no son como ellos desean, su intolerancia a la frustración les hace desatar una ira descontrolada que no son capaces manejar, llegando a veces, incluso a convertir sus hogares en un infierno. No sólo hacen sufrir a sus padres o hermanos sino que ellos mismos también sufren y en ocasiones llevan a cabo conductas de autocastigo y autodestrucción. La rabia, la frustración, la angustia y la desesperanza gobiernan sus vidas, la falta de confianza en si mismos y la baja autoestima son la consecuencia.
Agresividad en adolescentes ¿Que hacemos?
¿Qué podemos hacer para prevenir el hecho de que nuestros hijos se conviertan en unos tiranos? ¿Qué podemos hacer para evitar que los padres se conviertan en víctimas de sus hijos? Javier Urra, psicólogo y primer defensor del menor en España, considera que es de vital importancia apoyar la educación en tres pilares fundamentales: la confianza, la competencia y la autoridad bien ejercida. Una educación adecuada previene la agresividad en adolescentes.
Además, será muy importante fomentar en los niños, desde pequeños, valores como el afecto o el respeto. Los padres deberán ser capaces de enseñarles a cumplir normas y a asumir límites. Pero sobre todo, deberán favorecer la comunicación con sus hijos. Hablar, será el mejor método para prevenir la falta de empatía, de entendimiento y de cariño.
En ocasiones la convivencia, incluso entre las personas que más se quieren, como son los miembros de la familia, no es fácil. Por ello, buscar ayuda en la Mediación Familiar, y dejarse ayudar por un terapeuta o psicólogo infantil puede ser la fórmula para frenar los comportamientos desadaptativos, la agresividad en adolescentes, fomentar la comunicación y solucionar este problema.
Artículo de Marta Camacho Calvo
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Marta Camacho Calvo
Experta en EMDR Nivel I y Nivel II por la Asociación EMDR Europa
Experto en Mediación Familiar por la UNED
Miembro de la Asociación EMDR-Europa