Cada vez son más frecuentes las quejas relacionadas con el dolor crónico en las consultas médicas. Lo más habitual es que tanto la persona que experimenta el dolor como el profesional médico busquen una explicación física del mismo y un abordaje basado en la prescripción de múltiples pruebas y uso de medicación, dando lugar, en la mayoría de las ocasiones, a un largo y frustrado proceso , ya que la persona acaba, a la larga, manteniendo sus dolencias y dependiendo de la medicación, siendo la eficacia muy limitada en el caso del dolor crónico.
El abordaje médico se ha demostrado eficaz para el dolor agudo, que es localizado y asociado a una patología concreta. El problema viene cuando la problemática de la persona no está tan delimitada. En estos casos, estas personas pasan por las consultas de diversos especialistas sin que éstos sepan encontrar un patología objetiva que explique de manera clara la presencia de dicho dolor.
A pesar de la cada vez más extensa investigación desde la cual se ha visto que el dolor posee tres dimensiones, una dimensión sensorial (sensaciones), una dimensión afectiva (emociones y sentimientos) y otra valorativa o evaluativa (juicios y pensamientos (asociados al dolor), la forma tradicional de abordarlo pone exclusiva atención al nivel fisiológico, olvidándose de otros aspectos inseparables de la experiencia dolorosa, como son los psicológicos, que precisamente son los más relevantes a la hora de considerar el afrontamiento de esta problemática, ya que son claves en la mejora o empeoramiento del mismo.
Se ha comprobado que el modo de afrontar la experiencia dolorosa, es decir, cómo manejamos las emociones frecuentes de frustación, malestar y ansiedad al sentir ese dolor y nuestra actitud ante el mismo (tolerancia frente a evitación, optimismo frente a pesimismo, afectación a la propia autoestima etc) puede precipitar el paso de un proceso de dolor agudo y adaptativo (normal) a un proceso crónico y desadaptativo.
Aunque poco extendido aún en nuestro país, un abordaje eficaz del dolor debe incidir en las distintas dimensiones que caracterizan la experiencia dolorosa, anteriormente citadas, a través de un trabajo interdisciplinar (médicos, psicólogos, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, etc.). El dolor crónico es un factor de estrés en la vida de la persona y, por ello, el afrontamiento psicológico del mismo será clave para conseguir un menor o mayor calidad de vida.
Tratamientos eficaces para el dolor crónico
Los aboónicordaje psicológico que ha evidenciado mayor eficacia para tratar el dolor crónico es la Terapia Cognitivo- Conductual y la Terapia con EMDR.
La terapia cognitivo conductual incide en el factores asociados al origen del problema como los trastornos de ansiedad o depresión que, con frecuencia, son responsables de esos síntomas, en la mejora de los síntomas emocionales y cognitivos como la desesperanza, sentimientos de impotencia, ansiedad y depresión y en la mejora de la autoestima y las relaciones interpersonales.
En ocasiones, el dolor proviene de traumas o experiencias vividas que no han sido adecuadamente procesadas o asimiladas, dicho conflicto se somatiza en el cuerpo siendo el origen de ese dolor. Al procesar estas vivencias se resuelve el conflicto y el dolor desaparece. La terapia EMDR ofrece excelentes resultados en estos casos permitiendo reprocesar al cerebro las experiencias que no han sido debidamente digeridas.
La terapia psicológica , por tanto, ayudará a que la persona con dolor crónico empiece a ver su vida más allá de su dolor.
Artículo de Marta Fernández Gutiérrez
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