Vivimos inmersos en la era tecnológica, en la sociedad del consumo donde impera incesantemente la comunicación. Ocurre algo significativo en cualquier parte del mundo, y tenemos los medios suficientes para enterarnos casi al instante de lo acontecido. Pero además disponemos de diversas redes sociales que nos permiten emitir opiniones, compartir y casi poder hablar a diario con un solo click con miles de personas, además de diversas plataformas mediante las que intercambiar con amigos /conocidos mensajes de forma instantánea.
En primer lugar, definamos la soledad. Ya en el siglo XII surgió por primera vez dicha terminología definiéndose la misma como “la situación de una persona que está sola de manera momentánea o durable y asociado al aislamiento, al estado de abandono y a la separación”(Muchinick y Seidmann,2004). Sin embargo, no podemos olvidar que “la soledad no deja de ser un fenómeno psicosocial y puede que quienes compartan una misma cultura tengan percepciones similares” (Expósito y Moya, 2000). Es decir,el ser humano vive inmerso en la sociedad, y ésta parece también definir las reglas. Y sabemos que hay sociedades más o menos individualistas, que empujan a la persona a ciertos comportamientos y a la valoración de los mismos de forma indiscutible.
Ahora bien, si nos centramos en el carácter occidental, y en cómo nos han enseñado a manejar las relaciones, es muy común la advertencia de ciertos colectivos, de la gran incidencia de personas que viven solas. En los últimos datos publicados respecto del año pasado en España, según el INE (Instituto Nacional de Estadística), “el número de hogares unipersonales alcanza los 4.687.400 como valor medio de 2017, lo que supone el 25.4% del total. De esta cifra, el 41.8% tenían 65 o más años. Y de ellas, un 71.9% eran mujeres. En relación a los hogares menores de 65, el 59.9% estaban formados por hombres y el 40.1% por mujeres. Y en base al año 2016, el número de personas que viven solas se incrementó un 1.1 en 2017”.
Sin embargo en lo que conforman las cifras y en la opinión de la población no debemos dejar a un lado la soledad de la población de personas jóvenes. Según un estudio publicado por la Universidad de Ruhr de Alemania, los grupos principales que padecían la llamada soledad se situaban entre los 30 y 34 años y partir de los 65. Tales datos, ponen el énfasis en plantearnos que tal problemática afecta a distintos colectivos de franjas de edades distintas, seguramente por condicionantes diferentes.
Por tanto volviendo al tema que nos ocupaba al inicio,la particularidad radica en las expectativas que genera la sociedad respecto de la norma. Parece que hay algún epígrafe en el libro de nuestras vidas donde tenga que haber una reseña especificando el mismo éxito social para todos, siendo éste un condicionante de la felicidad (tener muchos amigos, formar una familia, rodearte de gente…). Y cuando la realidad es otra, o la persona elige que sea otra, ya automáticamente parece que debe cuestionarse por ende su situación. Algo parecido pasa igualmente con la maternidad, el matrimonio, …
Y a la par se añade el poder de las redes sociales, en el que estamos continuamente visualizando la cantidad de amigos que tienen los demás o lo que hacen los fines de semana. Algo que no es fielmente real porque la gente obviamente publica sólo una parte subjetiva, distorsionando la percepción del concepto que se pasa a tener de las relaciones.
Finalmente para contestar a la pregunta que pone el título en la presente, seguramente hay etapas en la vida en que no vayamos a poder a priori evitar la soledad como tal, reseñando igualmente que “estar solo no es lo mismo que sentirse solo”. Evolutivamente vamos a percatarnos de que nuestras situaciones van a cambiar, pero será importante no guiarnos únicamente por ciertos patrones impuestos, sino normalizar el proceso y buscar alternativas al mismo. Ya sea creando nuevos grupos semejantes a ciertas aficiones valorando que siempre hay más gente en la misma situación y generando actividades proclives.
Autora Silvia Fernández
¿Te ha parecido interesante este artículo? Puedes darnos tu valoración:
- ¿Cuándo la ansiedad se vuelve patológica? - 22 noviembre, 2021
- Ansiedad postquirúrgica: en qué consiste y cómo tratarla - 8 noviembre, 2021
- ¿Por qué voy al psicólogo y me siento peor? - 14 octubre, 2021