La influencia de las expectativas en el estado de ánimo
Me pregunto si hay personas que no deben o no tienen derecho a estar tristes, personas cuyo estado de ánimo siempre tiene que ser bueno. Esta pregunta me la hago a raíz de las polémicas noticias que hacen referencia a si el futbolista Cristiano Ronaldo tenía derecho o no a estar triste. Podemos suponer que él, un chico joven, guapo, con éxito entre las mujeres, dedicándose al fútbol, algo que le gusta o satisface, con dinero, casas, coches. Icono del siglo XXI…. , lo tiene todo para ser feliz.
¿Qué somos las personas?
Bueno, pues no creo que nadie se sorprenda si digo que las personas somos más que todo esto. Somos entre otras muchas variables nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros comportamientos. También nuestros objetivos, logros, fracasos, ilusiones, nuestro entorno y circunstancias.
Y basándome en el número de consultas psicológicas frecuentadas por personas con dinero, guapas, con éxito laboral…puedo contestar a la pregunta. Si, esas personas también deben estar tristes, de lo contrario, sus emociones, su angustia o su malestar no les llevarían a las consultas de los psicólogos.
El papel de las expectativas en nuestro estado de ánimo
Y es que, por todos es utilizado el dicho de “el dinero no da la felicidad” y por todos debería ser sabido que las expectativas cumplidas, si nos acercan más a la tan ansiada condición. Es posible que entre las expectativas del futbolista esté el no tener tanta presión o el lograr ciertos objetivos laborales y personales y puede que no se estén cumpliendo como él desea. Puede que, como a cualquier persona, en ciertas ocasiones, le aburra su trabajo o la dedicación a este sea excesiva y le quite demasiado tiempo de su vida personal, puede pensar que no se le apoya lo suficiente. Incluso puede tener problemas de pareja, familiares…No se trata de si sus expectativas son compartidas por los demás o si son o no razonables desde el punto de vista de otros, simplemente son las suyas y si se ven frustradas influirá en su estado de ánimo, como cualquiera de nosotros si viéramos frustradas las nuestras.
Además, cuando uno se marca numerosas expectativas y es consciente de que los demás también esperan mucho de él, puede agobiarse e incluso llegar al bloqueo emocional, con demasiada autoexigencia y exceso de perfeccionismo. La responsabilidad puede asfixiar a la persona y si esta es intolerante al fracaso su frustración puede inundarle en ciertas ocasiones.
Ciertamente, al final estamos hablando de una persona, de un ser humano que como el resto de seres humanos no solo tiene derecho a ser feliz, sino también a sufrir, experimentar cambios en su estado de ánimo y estar triste cuando las circunstancias personales no le acompañen como el desearía o espera.
Así pues, yo me planteo otra pregunta; ¿Alguien es quién para juzgar si otra persona puede o no tener derecho a estar triste?
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Marta Camacho Calvo
Experta en EMDR Nivel I y Nivel II por la Asociación EMDR Europa
Experto en Mediación Familiar por la UNED
Miembro de la Asociación EMDR-Europa