Lograr un desarrollo social y afectivo adecuado en los niños conlleva que aprendan a gestionar emociones, es decir, que tengan conocimientos acerca de lo que son las emociones y cómo pueden regularse. Para ello deben integrar el mundo emocional como parte muy importante de su experiencia. Desde bien pequeños podemos mostrarles las diferentes emociones que pueden sentir y las situaciones en las que aparece cada una de ellas, aunque esto es sólo el comienzo de un aprendizaje que continúa durante toda la vida.
Enseñar a los niños a gestionar emociones les permitirá ser más adaptables a diferentes situaciones, facilitará sus relaciones sociales y les dotará de una mayor seguridad en sí mismos.
El desarrollo emocional consiste en un proceso que podemos resumir en la adquisición de 5 herramientas básicas:
- Conciencia emocional: consiste en hacer ver al niño la emoción que está sintiendo en ese momento, de forma que él mismo sea capaz de identificarla en un momento concreto.
- Regulación emocional: implica ser capaz de expresar la emoción de la forma más adecuada, esto quiere decir mostrarla delante de otros pero de forma proporcionada. Sería igualmente inapropiado esconderla o pegar a otro niño o romper objetos cuando se enfadan. La regulación emocional requiere hacer una valoración de lo que siente uno mismo, de la situación y de las personas que hay alrededor para después decidir de qué modo se expresa la emoción.
- Autonomía emocional: implica saber gestionar emociones y por tanto tener autocontrol, hechos que dan seguridad al niño acerca de sus propias capacidades.
- Competencial social: está relacionada con la capacidad de percibir las emociones de los demás, empatizar, y permite actuar de forma más adecuada al tener en cuenta los efectos sobre los demás.
- Competencia para la vida: consiste en ser capaces de guiar la propia conducta en función de la gestión que hemos hecho de nuestras emociones, manteniéndonos en el camino hacia el logro de nuestros propios objetivos.
¿Cómo podemos enseñar los padres a nuestros hijos a gestionar emociones?
El primer paso para que conozcan mejor sus emociones es ayudarles a identificarlas, debemos poner nombre a lo que sienten, ya sea alegría, tristeza, enfado, etc. Esto facilitará el siguiente paso, aceptar esas emociones como algo normal que forma parte de la vida, aprendiendo a convivir con ellas y a guiarlas adecuadamente.
Es importante destacar que si tienes dificultades para ayudar a tus hijos a gestionar sus emociones, es recomendable buscar la ayuda de un profesional en psicología infantil, como un psicólogo infantil en Madrid, quien te puede guiar en el proceso y enseñarte herramientas para ayudar a tus hijos en el manejo de sus emociones.
Para iniciar el camino hacia gestionar emociones podemos empezar por el enfado, mostrándoles que pueden relajarse cuando sienten esta emoción. Existen multitud de adaptaciones de las técnicas de relajación y respiración lenta que facilitan que los pequeños aprendan a calmar su cuerpo y su mente, de forma que puedan pensar con más claridad, relativizar los problemas y seguir disfrutando de su juego. Si les enseñamos que es mejor hablar cuando están calmados y que pueden lograr esa calma por ellos mismos estaremos logrando una gestión más adecuada del enfado.
Otra emoción importante es la frustración. Es necesario que aprendan a tolerar esta emoción, a normalizarla como parte de la vida cotidiana, es una emoción que van a sentir en mayor o en menor medida y con diferente intensidad según la situación. Podemos enseñarles que existen diferentes formas de responder ante ella, unas menos adecuadas que nos llevan a alejarnos de los demás y de nuestros objetivos (como pegar, insultar o romper objetos), y otras más adecuadas que nos facilitarán conseguir lo que nos proponemos y estar a gusto con el entorno (tratar de calmarnos y seguir intentándolo). Evitar la sobreprotección facilita que aprendan a tolerar esta emoción negativa y a gestionar emociones de un modo más saludable.
La expresión de otras emociones como la tristeza y la alegría también requieren un aprendizaje. En el caso de la tristeza es importante que sepan cuándo mostrarla, en qué contextos, con qué personas, y a quién pueden pedir ayuda cuando la sientan. La alegría por otro lado, es una emoción facilitadora de las relaciones sociales y también deben saber qué ambientes son adecuados para expresarla, valorar la situación, el estado anímico de los demás, etc.
Por último, debemos elogiarles cada vez que logren ajustar su comportamiento a la emoción y que están sintiendo, por ejemplo, cuando consiguen relajarse a pesar del enfado o la frustración y expresarlo de forma más adecuada o cuando sienten tristeza y lo comunican pidiendo ayuda. Reforzarles cada vez que puedan gestionar emociones será muy útil para mejorar y mantener estas conductas.
Artículo de Drissa-Elma Delkader Palacios Psicólogos Infantiles especialistas
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