¿NO TENEMOS HABILIDADES SOCIALES O NO LAS PONEMOS EN PRÁCTICA?
Todos, a lo largo de nuestra vida, tememos relacionarnos con los demás en alguna situación social concreta o no sabemos cómo sería adecuado comportarse o qué se espera de nosotros. Nos sentimos avergonzados o juzgados por los otros y esto nos puede producir gran malestar y un nivel de ansiedad elevado.
En ocasiones, estos temores pueden constituir un problema de fobia social ¿Cuando se podría considerar que tenemos fobia social? Cuando esa ansiedad elevada llega a condicionar e incapacitar a la persona para poder llevar a cabo una vida con un desarrollo normal, produciendo un gran sufrimiento e incomodidad. Los fóbicos sociales, a menudo también tienen un déficit de habilidades sociales, aunque no siempre es así.
Tanto en la fobia social como en el déficit de habilidades sociales, una de las principales áreas que se verá afectada será la del trabajo, causando a menudo, problemas laborales. Los fóbicos sociales, al sentirse muy incómodos con los demás y experimentar mucha ansiedad, se hacen expertos en evitar todo tipo de actos públicos o sociales. Tenderán a aislarse y a “protegerse”, no exponiéndose a situaciones como reuniones de trabajo, encuentros profesionales, cursos, eventos en equipo, comidas o cenas de trabajo… Cuando no tenemos fobia social pero sí falta de habilidades sociales, pues también tenderemos a evitar algunas de esas situaciones, no tantas como en fobia social pero sobre todo, no sabremos cómo comportarnos adecuadamente, pudiendo mostrarnos torpes o poco habilidosos. Estas conductas, van a favorecer el desarrollo de problemas laborales ya que nuestra ausencia en actos en los que se espera que acudamos y nuestra dificultad para relacionarnos adecuadamente puede ser interpretada por los demás como falta de interés, frialdad, falta de autoconfianza, inseguridad, antipatía o falta de compromiso por el trabajo. Esto no va ayudarnos en nuestro desarrollo profesional.
El déficit en habilidades sociales puede ser causado por varios motivos: Podemos observar una clara relación entre padres poco habilidosos e hijos con la misma problemática; también el no haber tenido buenos modelos para aprender a ser hábiles, o el haber tenido pocas oportunidades de relacionarnos o si hemos sido tímidos y no hemos practicado mucho nuestras habilidades sociales. Todos estos factores influirán en el desarrollo de nuestras habilidades sociales.
Tanto el aprendizaje como la interpretación que hagamos de nuestra realidad social van a condicionar el hecho de que contemos o no con habilidades sociales. Puede suceder que la persona no cuente con un repertorio de habilidades sociales adecuado y también que si cuente con él, pero que no lo ponga en práctica por la ansiedad que le produce o por creencias o expectativas negativas que tenga sobre estos comportamientos. Por otro lado también se puede dar el caso de personas que conocen y han desarrollado habilidades sociales pero que no discriminan bien la situación en la que deben llevarlas a cabo.
Como podemos ver, el no saber llevar a cabo, o no contar con ciertas habilidades sociales puede condicionar mucho nuestra vida social y también causarnos problemas laborales.
Dejar de evitar situaciones que nos crean incomodidad, aprender a comportarnos de un modo más adecuado y lograr disfrutar de las relaciones sociales, es posible pues las habilidades sociales se adquieren con un entrenamiento adecuado. Gracias a este tipo de trabajo, se dota a la persona de estrategias sociales válidas para mejorar sus relaciones y sentirse más cómoda ante ellas. Esto redundará en una mejora en su vida en general y también en las dificultades laborales que le haya podido causar este trastorno.
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