La culpa: Lavando la mancha del arrepentimiento
La culpa es una emoción que implica agresividad hacia uno mismo, es la anticipación del castigo.
En la sociedad en la que crecemos nos educan según una serie de leyes y normas, que a nivel grupal son necesarias para mantenernos dentro de un orden y respeto hacia los demás, y todos sabemos que a nivel legal, si nos saltamos esas normas, podemos tener consecuencias negativas que entendemos como castigos. Con esto también nos inculcan la necesidad de aprobación de los demás haciéndonos ver que hemos de poner por encima de nuestros intereses individuales los grupales.
Igual que a nivel social existen leyes externas, todos a nivel interno tenemos una serie de normas o códigos por los que se rige nuestra conducta. Son mecanismos necesarios porque sirven para ayudarnos a tomar decisiones, a comportarnos de manera adecuada, a regularnos, etc. Sin embargo, en algunas personas estas normas son demasiado rígidas y están en función de los deseos de los demás buscando la aprobación excesiva. Y esto puede dar lugar a sentimientos de culpa frecuentes ante determinadas acciones que llevamos a cabo.
A veces tendemos a juzgarnos demasiado, quizá porque antes lo hayan hecho con nosotros y así lo hemos aprendido, apareciendo un gran malestar cuando consideramos que hemos hecho algo incorrecto. Este malestar es la culpa. Podríamos decir que sería un malestar funcional si hemos trasgredido los derechos de otro, como por ejemplo ocurriría en el caso de quien comete un delito y ha de pagar una multa o condena por ello, es decir, cuando consideramos que hemos hecho algo perjudicial. Pero deja de ser funcional para convertirse en un problema cuando nos sentimos culpables del malestar de los demás sin serlo, cuando no pensamos en nosotros mismos antes que en el otro, cuando creemos haber hecho algo mal aunque sea a causa de la desinformación o sin haber podido evitarlo, etc.
La culpa es desadaptativa si interfiere en nuestra vida normal, si dura mucho en el tiempo, si nos condiciona en nuestro modo de actuar para perjudicarnos a nosotros mismos a favor de los demás, cuando hemos hecho algo de manera involuntaria, si va acompañada de ideas tipo “no debería haber pasado, no debería haberlo hecho, debería haberme dado cuenta…” Por lo tanto, la culpa realmente no la genera nuestra manera de actuar sino cómo evaluamos y qué pensamos sobre nuestra manera de actuar.
Una persona con baja autoestima y con necesidad de agradar y de aprobación externa es muy probable que sienta culpa cuando crea que no ha cumplido las expectativas de los demás y lo que se espera de ella. Esta forma de pensar es la que hace que uno se sienta tan mal cuando cree que ha podido fallar o decepcionar a alguien.
La intervención psicológica en estos casos va encaminada a cambiar dicha forma de pensar, a flexibilizar esos códigos o normas internas aprendiendo a distinguir entre aquellas normas correctas y útiles de las que no lo son porque nos hacen sufrir, a entender que la culpa es una emoción destructiva, entrenar en habilidades sociales y asertividad para adquirir mayor seguridad al defender los derechos propios y aumentar la autoestima.
Artículo de Marta Bermejo Victorian
¿Te ha parecido interesante este artículo? Puedes darnos tu valoración:
Psicomaster
“Nuestro equipo se compone de varios psicólogos en Madrid capital de orientación Cognitivo Conductual, Terapia de Aceptación y Compromiso, EMDR y Servicio de Psiquiatría. Un equipo de especialistas titulados con varios master de formación, experiencia y altamente cualificados.”