Es muy frecuente escuchar en nuestras consultas las siguientes afirmaciones “me siento estancada”, “veo que no avanzo”, “todos los demás dan pasos en sus vidas, y yo sigo igual”.
No cabe duda que somos seres que nos encontramos inmersos en una vorágine social, la cual nos condiciona desde el nacimiento interfiriendo en nuestro funcionamiento vital.
Y es que nuestro primer agente socializador y figura referente, como es la familia, ya nos va ofreciendo mensajes: cuando estudies una carrera, el día que te cases, en el momento en que tengas hijos… y luego le sigue la misma sociedad, que parece que ésta va marcando los hitos referenciales: a los 20 años…estudias, tienes muchos amigos…a los 30…te casas y formas una familia..luego viene el desempeño profesional con el mejor posicionamiento laboral y económico…
¿Quién marca dichos parámetros?¿Por qué tales y no otros?
Es indudable la cantidad de mensajes subyacentes que entrañan tales afirmaciones, así como la peligrosidad de los mismos. En primer lugar, porque ni siquiera son objetivos individuales, sino colectivos. Y por ende, la circunstancia de la generalización hace que nos perdamos factores tan relevantes como lo que realmente es importante para la persona .
Sería planteable el siguiente interrogante: ¿qué es lo que quiero en la vida? , sin embargo ¿cuántas personas realmente saben cuáles son sus prioridades?¿cuántas dirían los mensajes aprendidos directamente marcados por su ambiente?
Todos obviamente sabemos la influencia directa de nuestros entornos, y como éstos indudablemente van también a marcar nuestra secuencia de acción, como algo aprendido, como ciertas reglas o patrones que nos acompañan como parte incluso de nuestra cultura. Ahora sabiendo la influencia del ambiente, no deberíamos igualmente dejar de potenciar lo que somos, y a donde queremos llegar. Para ello, instamos al lector a encontrar sus valores, entendiendo éstos no como algo moral, sino como “las consecuencias globales deseadas a muy largo plazo”(Hayes, y otros, 1999). En lo que concierne a la dirección que llevamos y en nuestra forma ideal de como queremos vernos en el mundo. De igual modo, los valores nos van a marcar el camino y el rumbo que tenemos que seguir y a partir de ahí, encuadrar nuestros objetivos encaminados a los mismos.
Para ello, lo primero que nos podemos preguntar es cómo esta mi vida. Acto seguido vamos a valorar el grado de importancia que tienen ciertas áreas (familia, amigos, trabajo, salud, ocio…) y después ver hasta que punto hago cosas en correspondencia a éstas. Muchas veces para mí, la familia puede ser muy relevante, pero por circunstancias como la pereza o el no encontrar el momento, resulta que no actúo en consecuencia con ello, por lo que muy probablemente el grado de satisfacción en esa parcela sea bajo.
Al final el camino que cada persona queremos llevar debiera ser personal, puesto que eres tú mismo el que vives contigo, y solo tú puedes hacer cosas que te encaminen hacia lo que para tí es importante.
Debemos de considerar en todo momento, que la puntuación que cada persona le da a cada área es intransferible y particular. Para algunos el trabajo puede ser lo más importante. Pero para otros, es un puro trámite para llegar a fin de mes. Y sin embargo ambas respuestas son igual de lícitas.
Pero lo que no cabe duda, es que en la medida en que actúes en función de lo que para tí es relevante, seras coherente, y por ende tendrás las sensación de que llevas la vida que realmente quieres.
Acto seguido, le sigue el siguiente interrogante: ¿qué hago si ahora no estoy satisfecho con ciertas áreas en mi vida?
La respuesta es ACTÚA, no te quedes parado, porque de lo contrario no estaríamos dirigiendo nuestra vida hacia lo que para nosotros es trascendental. Sabemos que el ser humano no es capaz a priori de controlar ni los pensamientos ni las emociones, pero hay algo que es susceptible siempre de cambio “la conducta”.Y bajo el epígrafe de la actividad, nos permitimos empezar a llevar las riendas de nuestra vida.
Y de forma yuxtapuesta se encontraría el término control. “La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no”(Epicteto)
Un ejemplo cotidiano podríamos enmarcarlo dentro de la vida laboral. Algunas personas pueden no sentir satisfacción en su trabajo y querer incesantemente cambiar, pero debido a factores externos (falta de oportunidades, edad, condiciones..) le puede resultar a día de hoy casi imposible el ejecutar el cambio. Sin embargo instamos al lector, a buscar todas las otras acciones que sí pueden depender directamente de él mismo (seguir buscando otras ofertas de trabajo, hablar en la empresa donde nos encontramos y re-evaluar condiciones al igual que buscar otras alternativas diferentes incluso dentro de nuestro mismo entorno laboral).
Igual podría pasar con otras muchas facetas ( pareja, amigos, familia…). Por lo que sería importante buscar todas las posibilidades que estén a nuestro alcance y si en algún momento no soy capaz por mi mismo de ejecutar las acciones que me puedan llevar al cambio, buscar apoyo psicológico. Muchas veces no ejecutamos ciertas decisiones, no porque no queramos, igual lo deseamos incesantemente, sino porque a veces no somos capaces. Pero hay que tener en cuenta que justo el buscar ayuda es igualmente una acción valiosa que nos puede orientar hacia una dirección vital.
Y para terminar, no olvidemos cuál es el legado que queremos dejar en este mundo. Cómo nos gustaría que nos recordasen cuando ya no estemos. Quizás en la respuesta a tales interrogantes, se encuentra justo nuestra dirección, en esa linea incesante de que da igual las distintas alternativas que van a ir conformando mi vida, porque si sabemos hacia donde queremos dirigirnos, siempre habrá una motivación para enfrentarnos a las piedras que van a subyacer en el camino,a esos obstáculos necesarios e importantes que incluso dan potencia y valor al mismo.
Autora Silvia Fernández (Psicóloga Especialista de Psicomaster)
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