Muchas personas vienen a consulta con obsesiones y comentan que no pueden dejar de tener un pensamiento que les genera malestar y desean que les ayudemos a quitárselo. Esto, como siempre os digo, es misión imposible. Lo que debemos hacer con estos pensamientos, es aprender a gestionarlos para que no nos interfieran en ninguna de nuestras áreas vitales.
Es importante que sepamos que los pensamientos no están bajo nuestro control, ni elección, y que por ello nuestro aprendizaje tiene que ir dirigido a la gestión de los mismos para que estos no nos bloqueen ni nos paralicen y no se conviertan en obsesiones.
La función de nuestra mente es crear y generarnos pensamientos continuamente, función permanente e inmodificable. Algunos pensamientos tienen sentido, pero otros sin embargo nos generan malestar y es aquí cuando empieza el problema de las obsesiones. Para aliviarnos de ese malestar entramos en lucha con ellos y emitimos una conducta que nos distrae de nuestra vida y objetivos y que a su vez nos incrementa ese malestar; es decir, entramos en una lucha inútil e incluso contraproducente.
¿La solución a las obsesiones?
- Distanciarnos emocionalmente de los pensamientos que no nos dirigen hacia dónde queremos ir.
- Dejar de creernos todo lo que nos dice nuestra mente (Recordad que su función es enviarnos mensajes).
- Actuar en base a lo que es importante para nosotros.
La Metáfora de las Arenas Movedizas para obsesiones
Esta metáfora de las arenas movedizas de Steven Hayes representa esa lucha en la que entramos con nuestros pensamientos y ejemplifica mucho lo que tenemos que hacer con ellos.
“Supón que te encuentras con alguien que está en medio de unas arenas movedizas. No hay disponible ninguna cuerda ni ramas de árbol para alcanzarle. La única manera en la que puedes ayudar es comunicándote con él. La persona está gritando.“¡Ayúdame! ¡sácame! y está empezando a hacer lo que la gente normalmente hace cuando está atrapada en algo que le da miedo: luchar para salir. Cuando la gente se adentra en algo de lo que quiere salir, la mayoría de las veces lo más efectivo es andar, correr o saltar fuera del problema.
Sin embargo, no es así con las arenas movedizas. Para andar o correr es necesario levantar un pie y moverlo hacia delante. Cuando estás tratando con arenas movedizas, hacer esto es muy mala idea. Una vez levantas un pie, todo el peso de la persona descansa en solo la mitad de la superficie previamente ocupada. Esto significa que la presión hacia abajo instantáneamente se incrementa la succión de las arenas movedizas. Si te encontraras con esta situación le gritarías a la persona que deje de luchar y que trate de tumbarse boca arriba para maximizar el contacto con la superficie de las arenas. En esa posición, la persona probablemente no se hundiría y podría tener la posibilidad de llegar a un lugar seguro.
Alguien luchando para salir del barro puede que nunca se dé cuenta de que lo más inteligente y seguro que pues hacer es ENTREGARSE AL BARRO O LLEVARSE BIEN CON EL BARRO.
Quizás, esto es lo que nos pasa a nosotros con nuestros pensamientos no?. Al principio puede sonar raro y extraño, pero puede ser que lo que debamos hacer es parar de batallar y en lugar de ello, entrar en contacto total con lo que hemos estado tratando de evitar manteniendo nuestros pensamientos en nuestra mente sin tratar de apartarlos hasta perderles el miedo y que no nos afecten en nuestra vida.
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Artículo de Patricia López Recio (Psicólogos especialistas en Obsesiones- Psicomaster)
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Excelente post. Llegué por casualidad y me ayudó mucho a comprender cómo trabajar por mejorar esas situaciones. No es nadar lejos de la corriente, es agarrar un kayak y sentirse lo más cómoda posible con ella.