A veces es un asunto complicado para los padres decidir en qué momento o a qué edad del niño debemos empezar a dar mayor autonomía en sus actos y decisiones.
Tendemos a pensar de manera errónea que los niños “nos necesitan” para absolutamente todo y realizamos tareas por ellos y se las facilitamos demasiado cuando lo conveniente es enseñar y alentar a que vayan haciendo, según edad y etapa evolutiva, aquello para lo que van estando preparados. Además de hacerlo, solemos acompañarlo de mensajes del tipo “tú no puedes hacerlo”, “no sabes”, “deja que ya lo hago yo”, “te he dejado tu ropa preparada”, etc. Este tipo de mensajes llevan implícito ideas de no ser capaz de hacer algo, lo cual puede llevar al niño a no confiar en sí mismo a la vez que fomentan una actitud de comodidad, mientras les hagan ciertas tareas no tienen que hacerlo ellos, y cuando de verdad les damos la responsabilidad de ser ellos quien lo realicen, suele costar mucho que lo hagan porque no han interiorizado, se excusan en decir “a mí no me sale bien”, “ no sé hacerlo”, ”no puedo solo”, etc.
Otra cuestión es la escasa paciencia que tenemos a la hora de esperar a que ellos por sí mismos realicen algo, por ejemplo comer y que se manchen, que tarden en atarse los cordones…también cometemos el error de querer que hagan las cosas como si fueran “mayores”, y a veces les exigimos demasiado y si no somos capaces de darles su tiempo terminamos haciéndolo nosotros más rápido impidiendo que lo aprendan.
Cómo podemos fomentar la autonomía
Tenemos que dar importancia al desarrollo de la autonomía ya que es una de las bases que nos permitirán aprender de manera constante a lo largo de nuestra vida. Cuando los niños son muy pequeños es la familia quien actúa de ejemplo, luego empiezan a intervenir otros modelos de socialización, por ejemplo en la escuela, por tanto desde la familia podemos empezar a fomentar la autonomía en hábitos como alimentación, higiene, facilitar que tengan estrategias para el aprendizaje, darles alguna pequeña responsabilidad o tarea de la que se puedan encargar acorde a su edad. Con respecto a esto último, podemos decirles cómo hacer la tarea y qué esperamos de ellos, podemos guiarles y acompañarles, pero, y tal y como señalaba más arriba, no es bueno que hagamos la tarea por ellos aunque les requiera un esfuerzo, así podremos valorar también ese esfuerzo y reforzar su conducta para que la repita y consolidarla.
Un niño autónomo es un niño con muchas más herramientas para tomar sus propias decisiones, resolver un problema y desenvolverse en la vida, esto implica también una mayor autoestima y confianza en sí mismo, por lo tanto un niño más sano psicológicamente.
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Autora Marta Bermejo (Psicóloga Especialista de Psicomaster)
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