Pesadillas en niños y terrores nocturnos: Diferencias y cómo actuar
Los trastornos del sueño y las dificultades para dormirse suponen problemas muy frecuentes en la infancia, y suelen clasificarse en dos grandes grupos:
- Disomnias, que agrupa los trastornos de la cantidad, la calidad y horario del sueño. Aquí nos encontramos con el insomnio, narcolepsia y apnea del sueño.
- Parasomnias, que agrupa los acontecimientos o comportamientos problemáticos asociados al sueño, y aquí se incluyen los terrores nocturnos, las pesadillas y el sonambulismo.
En este artículo vamos a diferenciar las pesadillas en niños, que son las alteraciones asociadas al sueño paradójico, y los terrores nocturnos infantiles que son las alteraciones asociadas al despertar. A veces pueden confundirse y la distinción entre ambos puede ayudarnos a cómo intervenir con el niño que los padece.
Las pesadillas en niños producen un miedo intenso y provocan el despertar el niño. Son sueños que no suelen corresponderse con situaciones reales, aunque a veces se corresponden a alguna situación traumática vivida por el niño. Cuando se despierta, permanece en todo momento en contacto con la realidad y responde adecuadamente al entorno pudiendo relatar el contenido de la pesadilla. Las pesadillas en niños les producen sensación de angustia, pero la activación fisiológica es moderada, y las vocalizaciones si existen, suelen ser silenciosas. Al tratarse de un problema que aparece durante la ensoñación, que se correspondería con la fase de sueño REM, pueden aparecer en cualquier momento del sueño nocturno, aunque es más frecuente que las pesadillas en niños se den en la segunda mitad de la noche, cuando el niño ya lleva unas horas durmiendo. Los primeros episodios suelen aparecer entre los 3 y 6 años, disminuyendo su ocurrencia con el paso del tiempo.
Las pesadillas en niños más frecuentes son:
- 2 años 6 meses: miedo a ser separados de sus padres y a los extraños.
- 3-4 años: miedo a la oscuridad y a algunos animales.
- 5-6 años: miedo a seres imaginarios como fantasmas y monstruos.
- 9-10 años: miedo a la escuela y al daño físico.
- A partir de esta edad se harán más importantes los miedos a situaciones sociales, al daño corporal y al fracaso escolar.
En la mayoría de los casos las pesadillas en niños forman parte del desarrollo normal y desaparecerán después de un tiempo. Sólo se aconseja tratamiento psicológico si son muy frecuentes, muy intensas, se producen desde hace tiempo y causan otros problemas.
En cambio, los terrores nocturnos en niños son episodios de despertar brusco que suelen suceder en el primer tercio de la noche, durante las fases de ondas lentas (NREM). El niño se despierta de forma brusca, llorando, gritando y con una elevada activación fisiológica (taquicardia, sudor, hiperventilación, etc.)
A pesar de tener los ojos abiertos y muchas veces fijos en un punto, no está totalmente despierto y tiene dificultad para responder al entorno y no existe contacto con la realidad, no responde a los padres si le hablan. Puede tardar varios minutos, en caso que llegue a despertarse, y lo hará confuso y desorientado. A la mañana siguiente lo normal es que no recuerde el episodio o lo haga de forma muy vaga y poco elaborada. La edad de aparición suele ser entre los 4 y los 12 años, con una disminución gradual hasta el principio de la adolescencia.
Así como las pesadillas en niños son bastante frecuentes, los terrores nocturnos no lo son.
Además del malestar que genera en el niño, los padres también sienten ansiedad, a veces por no saber qué hacer para calmar al niño, por el sufrimiento que éste pueda tener y por lo angustioso de que el niño, en el caso de los terrores nocturnos, despierte de una forma tan agitada. A continuación ofrecemos una serie de pasos que pueden ayudar:
QUÉ HACER
- Establecer unas pautas o costumbres de sueño adecuadas.Unas pautas regulares de sueño ayudan a que el niño sepa que se acerca el momento de dormir.
- Ayudar y consolar al niño lo antes posible cuando éste se despierte de una pesadilla. Se le puede abrazar y cogerle la mano mientras se tranquiliza con palabras. Hablarle con ternura hasta calmar su angustia, explicándole que se trató sólo de un sueño, pero también con firmeza y seguridad sin dejarse convencer por el niño. Es recomendable permanecer con el niño hasta que se haya calmado lo suficiente como para volverse a dormirse.
- Alabar o premiar al niño por cada paso que da para enfrentarse a la pesadilla. Puede establecerse un sistema por el cual si éste cumple determinados objetivos gana algún premio.
QUÉ NO HACER
- NO es buena idea hablar en detalle sobre el contenido de las pesadillas en niños en el momento de haberla tenido, ya que el niño podría activarse aún más y eso dificultaría que volviera a dormirse. Al día siguiente se puede hablar del contenido de su sueño si el niño tiene edad suficiente; en caso contrario, no obligarle a ello.
- NO debemos entrar en el cuarto encendiendo todas las luces cuando el niño se despierte asustado por una pesadilla. Es preferible encender sólo una luz suave. De esta forma evitaremos que asocie la oscuridad con el malestar y la luz con la seguridad, y que pueda acabar desarrollando miedo a la oscuridad. Además, así será más sencillo que se duerma de nuevo. También puede ser un consuelo uno de sus peluches favoritos.
- NO es aconsejable que el niño se acueste con los padres. Si lo permitimos no le estaremos ayudando e superar esta etapa y además le daremos la impresión equivocada de que en realidad hay algo que temer.
Artículo de Marta Bermejo Victoriano (Psicóloga de Psicomaster)
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