El síndrome de Peter Pan ocasiona problemas laborales.
“Una de las claves del éxito profesional reside en ser constante, disciplinarse y persistir en trabajar en aquellas tareas que son necesarias y, por tanto, se deben hacer.” Lo afirma Eduardo Rábago, gerente de la consultora de empleo Norman Broadbent. Pero algunos empleados están muy lejos de actuar así. “Por problemas de inmadurez”, indica este experto, “pueden enfrentarse a significativas dificultades para desarrollar determinadas actividades o labores”. Y esa actitud puede ser un significativo obstáculo que les impide avanzar en su vida profesional y les ocasiona problemas laborales. “Son personas”, destaca, “que creen que siempre es posible divertirse en el trabajo”.
Algunos psicólogos manifiestan que ese talante en el trabajo es una forma de trasladar el llamado ‘síndrome de Peter Pan’, el de los individuos que siempre quieren ser o parecer jóvenes, al ámbito de la empresa o de cualquier otro centro de trabajo. “Se trata de personas con conductas de evitación de la madurez”, señala María Jesús Andrés Pérez del Centro Psicomaster de Madrid. Suelen ser inseguros, afirma, y como consecuencia, pueden presentar problemas laborales por su dificultad para implicarse, al tiempo que hay un “rechazo a la asunción de responsabilidades”.
Eduardo Rábago manifiesta que esos trabajadores deberían ser conscientes de que es necesario aceptar los aspectos menos gratos o más aburridos, y que las actitudes francamente infantiles son fácilmente percibidas por los superiores. “El comportamiento inmaduro, que implica no querer asumir determinados trabajos o responsabilidades, puede ser muy negativo para ellos y especialmente cuando en una empresa se trata de elegir a una persona para un puesto superior”, asegura. Por ello aconseja a quienes sufran este problema que se disciplinen, “que se impongan a sí mismos obligaciones, porque de lo contrario es casi imposible que avancen”.
El gestor Norman Broadbent señala que “ese síndrome de Peter Pan, el del niño que no quería formar parte del mundo de los adultos, cuando se traslada al mundo del trabajo, se traduce asimismo en problemas laborales cuando deben competir con otros compañeros o colegas”.
María Jesús Andrés Pérez, al hablar sobre las causas que originan ese comportamiento, afirma que no se ha investigado demasiado pero que “los datos apuntan a una interacción entre predisposiciones biológicas, ambientales y sociales”. “El aprendizaje de determinadas conductas puede jugar un papel importante”, añade. Y además esta psicóloga estima que esas personas “desarrollan actitudes más centradas en recibir que en dar”.
Además subraya que se trata de formas de actuación que son “más frecuentes en hombres que en mujeres”. “parecen desempeñar un papel importante las conductas sobreprotectoras en la infancia”. Y apunta igualmente que “el déficit de aprendizaje de estrategias saludables para afrontar las dificultades de la vida puede llevarles a desarrollar estas actitudes como una estrategia de evitación de los problemas cotidianos”. De esta forma, creen que pueden compensar sus carencias de “otras habilidades”.
En este sentido, Rábago manifiesta que son “personas que, por el contrario, tienen aspectos positivos y pueden desarrollar algunas labores con mucho entusiasmo”. Además, generalmente, “tienen una visión más clara de lo justo”, ratifica. Por ello manifiesta que pueden ser conducidos hacia trabajos creativos, “siempre que no se desborden”. De esta forma, son capaces de desarrollarse mejor en mercados y actividades no muy maduras”. Para estos trabajadores, según el gerente de Norman Broadbent, “es preciso encontrar un camino para que se adapten al trabajo y su ilusión no sea estrangulada”, evitando así los problemas laborales
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