¡Soy hipocondriaco y tengo ansiedad! Sí, así comenzamos estas líneas, creando este espacio para poder narrar y hablar sobre ambas piezas del puzzle, la hipocondría y la ansiedad. Vamos a ver cómo viajan juntas…
Lo adaptativo y cuando deja de serlo…
Seguro que en más de una ocasión hemos tenido alguna dolencia física que no parece tener causa médica y por tanto, decimos: “soy hipocondriaco y tengo ansiedad”; o escuchar en algún lugar sobre una enfermedad concreta y a partir de ahí parece que cualquier sensación física cumplirá exactamente aquel diagnóstico.
Lo cierto es que es normal preocuparnos por nuestra salud física y emocional, a la vez que también es importante acudir a un especialista si observamos que “algo” no va bien en nosotros.
¿Quién no ha “cotilleado” en internet alguna patología física o problema psicológico con el objetivo de aliviar, al menos de manera momentánea, la ansiedad del momento?
Todo esto es humano y natural, a la vez que adaptativo, ya que todo aquello que nos permita sobrevivir y defendernos ante diferentes situaciones vitales será, en mayor o menor medida, útil.
Entonces, ¿Cuándo detectamos que “aquello” que nos está ocurriendo ya no es adaptativo?, ¿Soy hipocondriaco y tengo ansiedad?
La ansiedad adaptativa es aquella que nos garantiza la supervivencia ante situaciones amenazantes, por lo que es natural y universal. Nuestro organismo se prepara para anticipar el peligro y responder con eficacia.
Por ejemplo: cuando vamos a un examen, experimentaremos ansiedad o inquietud normal, la cual será necesaria para prestar atención a las preguntas y estar activo a nivel cognitivo, ¿te imaginas en un examen tan relajado que te puedas incluso dormir?
…o si nos encontramos ante un animal, el cual nos activa la defensa humana, por lo que saldremos corriendo o quizás nos paralizaremos, haremos aquello que consideremos que nos salvará de esa situación, de ese peligro real.
Por tanto, hablamos de no adaptativo cuando esas sensaciones son intensas, limitantes, sostenidas en el tiempo o activadas ante estímulos aparentemente no peligrosos, es decir, cuando nos encontramos ante “un TIGRE de papel”. Más adelante volveremos a él.
¡Soy hipocondriaco y tengo ansiedad!
La hipocondría se refiere a la preocupación y miedo excesivo a padecer alguna enfermedad grave, viéndose afectado nuestro bienestar y salud, haciendo interpretaciones de cualquier sensación corporal, por lo que estaremos hipervigilándonos continuamente. Asociado además a pensamientos anticipatorios y catastrofistas, por tanto, entrando en la rueda de mayor ansiedad y malestar emocional.
Si seguimos las líneas sobre la hipocondría llegamos a las sensaciones de ansiedad, angustia, malestar, miedo, inseguridad… al estado psicológico de la ansiedad. De esta manera vamos tejiendo la vinculación entre “soy hipocondriaco y tengo ansiedad”.
¿Qué hacemos ahora?, ¿Qué hacemos para aliviar este malestar y sufrimiento?
Para comenzar, retomamos nuestro personaje, el “TIGRE de papel”, y nos preguntamos ¿Qué significa para nosotros? Dándole nuestro propio sentido, dirección y descripción, ¡atento!
El “TIGRE” podemos asociarlo a aquellos pensamientos que se agolpan de repente, perturbando nuestra serenidad, repetidos una y otra vez, tirándonos piedras, dañándonos, como “no vas a ser capaz”, “si pienso esto es porque realmente lo deseo”… o también las sensaciones físicas de ansiedad, malestar, inquietud… el miedo a tener una enfermedad, incluso el miedo a morir.
En un primer momento percibimos a este TIGRE como peligroso, amenazante, obsesivo, desagradable… claro, un tigre da miedo, asusta y nos invita a huir.
¿Y si ese tigre, aunque parezca real, fuese solo de papel? Esto es lo que ocurre en ocasiones cuando hablamos del universo de la ansiedad, donde se encuentra la hipocondría.
Al percibir la situación como peligrosa, nuestra mente se pone en marcha, funcionando para sobrevivir a ello, por eso aparecen síntomas físicos de ansiedad como hiperventilación, temblores, sudoración, sensación de ahogo… eso sí, en cuanto nos acerquemos y comprobemos que es de papel, sentiremos alivio y dejaremos de percibirlo como algo amenazante.
En el espacio terapéutico damos lugar a todas aquellas sensaciones, miedos, pensamientos que nos generan malestar, confusión, sufrimiento… sintiendo que estamos viviendo una amenaza importante para nuestra existencia sin tener los recursos necesarios para hacerles frente (modelo desarrollado por Bayés, Arranz, Barbero y Barreto, 1996).
En el proceso terapéutico abordaremos el “soy hipocondriaco y tengo ansiedad” interviniendo con las estrategias y terapias para la ansiedad que más se adaptan a las necesidades personales de cada paciente, para atender la sintomatología del presente (como técnicas para disminuir la ansiedad, ejercicios de respiración, mindfulness…) e indagar en el pasado, llegando así a la reparación y sanación de las heridas que pueden estar movilizando esa ansiedad.
Todo ello nos ayudará a tomar decisiones y actuar, ponernos delante de nuestro edificio y poder revisar los cimientos, fortaleciendo aquellos que por el vaivén de los temporales, se han quedado pendientes de sanar.
Caminar en el proceso de nuestro malestar además nos permitirá:
– Comprender lo que está ocurriendo, qué resuena dentro de nosotros y cómo funciona nuestra ansiedad (desencadenantes, patrones, creencias…) Así como nuestro diálogo interno, autocuidado y regulación emocional, llegando a un mayor autoconocimiento y mirada hacia nuestro interior, siendo conscientes de nuestras necesidades emocionales para así, enfrentarnos a su sanación.
– Aprender y rescatar recursos de afrontamiento y adaptativos, tanto aquellos que aparecerán en nuestro caminar como aquellos que ya nos ayudaron en aquel momento y sacaremos a la luz del presente. Actuar, tomar nuevas decisiones y desarrollar diferentes habilidades.
– Todo ello nos impulsa a mirar de frente a las palabras ACEPTACIÓN Y BIENESTAR. Aceptar como integrar y tolerar una situación o ciertos aspectos de nuestra personalidad (aunque no nos guste o no estemos de acuerdo) y bienestar como un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedades (OMS).
Y recuerda, es natural sentir ansiedad, tristeza, angustia, confusión, miedo, inseguridad… estas sensaciones cumplen su función, sirven para algo…
Pero si observamos que algunas de estas sensaciones se intensifican, no comprendemos qué nos está ocurriendo y no conseguimos regularnos emocionalmente, aquí estamos, te acompañaremos en el camino, para que el TIGRE que percibamos vaya siendo poco a poco de papel y, por tanto, las sensaciones encuentren la calma y su propio equilibrio.
Daremos respuestas al comienzo de todo, al comienzo de ¡soy hipocondriaco y tengo ansiedad!
Autora: Ana Muñoz Miguez (Psicóloga de Psicomaster)
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