En nuestro artículo anterior comentábamos el tipo de experiencias que pueden constituir y dar lugar a traumas y que no siempre coinciden con experiencias “fuera de lo común”. En este artículo hablaremos sobre las consecuencias psicológicas del trauma y la importancia y eficacia de la terapia EMDR para resolver los problemas que tienen en su base experiencias traumáticas.
El trauma congela los recuerdos en las redes cerebrales a nivel neuroquímico. Los estudios más recientes con tomografías sofisticadas demuestran que el contenido vinculado de forma disfuncional compromete la actividad neurocerebral. Hay partes de nuestro cerebro que poseen redes llenas de contenido guardado de forma neuroquímicamente disfuncional. Esta partes “congeladas” no se comunican con las partes funcionales, son sucesos o experiencias “mal digeridas” que nos causan problemas en nuestro presente y en nuestro futuro, al percibir las experiencias que nos vayan sucediendo a partir del trauma del mismo modo disfuncional.
A veces no hay palabras para explicar lo que sucedió porque el trauma reside en el hemisferio derecho del cerebro y las palabras se encuentran en el hemisferio izquierdo (área de Broca) que es el hemisferio del lenguaje. La parte emocional no se comunica con la parte racional. Los dos hemisferios nos están “hablando”, por lo tanto no hay forma de atribuirle significado a aquello que sucedió. La información mal adaptativa se encuentra disociada de las herramientas que podrían ayudar a procesar y resolver adaptativamente aquel mal recuerdo.
Lo que va a ayudar a sanar esos recuerdos es justamente la posibilidad de reprocesar e integrar adaptativamente el contenido de ellos. Es lo que hacen las Terapias de Reprocesamiento, como la terapia EMDR. Crean nuevas conexiones cerebrales que permiten el surgimiento de nuevas informaciones, sensaciones e interpretaciones más sanas y transforman los recuerdos traumáticos en nuevas percepciones resolutivas. Con la terapia EMDR conseguimos que la información se integre de una forma saludable y no permanezca, “en compartimentos separados” en nuestro cerebro.
La terapia EMDR ayuda al cerebro cuando el peligro ya pasó
Ante un trauma es necesario procesar la información a todos los niveles: cognitivo, emocional y físico, sin embargo, a veces nos atascamos en el procesamiento.
El trauma es la secuela de vivencias de peligro real y o percibido que no conseguimos resolver adecuadamente. Cuando nos enfrentamos con una situación de peligro es probable que reaccionemos en alguna de las siguientes tres formas naturales: huir, luchar o congelarnos. Cuando un zorro encuentra un conejo en el bosque, el conejo sabe que hay que reaccionar o se va a convertir en la cena. Si se ve acorralado, lucha porque es la única oportunidad de salir vivo de las garras del zorro. Si piensa que puede correr más que el zorro, el conejo huye. Pero a veces, en la carrera, cuando el zorro se aproxima, el conejo puede congelarse: cae como muerto en un estado fisiológico que hace creer al zorro que murió de susto. Como la carne muerta no le interesa al zorro, éste se retira. Cuando el conejo percibe que el peligro ya pasó, empieza a temblar y sacudirse que es su manera de salir del estado de congelamiento. Este riesgo es tan alto, que si no lo hace correctamente, puede llegar a morir de verdad. Terminado el proceso de descongelamiento, el conejo vive sin secuela de trauma.
En los seres humanos hay muchas de esas mismas reacciones y su cerebro puede no salir del estado de congelación que en su momento fue útil, el cerebro no puede digerir determinadas experiencias estresantes. La sensación es que la experiencia no pasó y el peligro se siente eternamente presente. El trauma está eternamente repitiéndose dentro de nosotros mismos, de modo inconsciente. No termina, no se integra, por eso nuestro cerebro sigue activo. Está en hipervigilancia porque el cerebro profundo, nuestro inconsciente continúa queriendo protegernos del peligro. Y como hay una parte que todavía “no sabe que el peligro ya pasó”, nos quedamos en un alto nivel de ansiedad, con la expectativa de que algo malo va a suceder, es decir, estamos reviviendo el trauma.
A través de ciertas experiencias la mente crea modelos que influyen en la visión que tenemos de nosotros mismos y de los demás. Las experiencias que generan un estado de estrés, pueden tener efectos diferentes en nuestra memoria que la de los hechos no traumáticos.
La terapia EMDR muestra una gran eficacia y eficiencia, a la hora de resolver estos problemas que pueden continuar perturbándonos en el presente y condicionar nuestro futuro. Se trata de una terapia científica que ha avalado su utilidad en numerosos estudios de resultado para la resolución del trauma y de los cualquier trastorno psicológico con una base traumática.
Finalizo este artículo, incidiendo de nuevo, cómo comentaba también en mi anterior nota de blog, en que no es necesario que hayamos pasado por un acontecimiento tal como una accidente, terremoto…(esos que llamamos “traumas obvios”) para decir que tenemos síntomas de trauma. Y transmitir la importancia de hacer una intervención adecuada, como la terapia EMDR para liberarnos de estos síntomas muchas veces inexplicables para la persona.
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