2. Trastornos parafílicos
Los trastornos parafílicos hacen referencia a intensas fantasías, impulsos o comportamientos sexuales que engloban objetos no humanos, sufrimiento o humillación de uno mismo o de la pareja y/o con niños o personas que no consienten.
Hay que tener en cuenta que el concepto de parafilia ha variado con los cambios sociales (de hecho, hasta mediados del siglo XX el sexo oral y la masturbación eran considerados parafilias).
En muchos casos, las parafilias deben considerarse inocuas e incluso beneficiosas en muchos casos (por ejemplo, fantasear con ropa íntima de mujer puede constituir una fantasía sexual gratificante y saludable. Estas solo deben considerarse un trastorno cuando están dirigidas a un objeto potencialmente peligroso o dañino, produzca malestar o afectación a la vida familiar, social o laboral o daño a otras personas.
Por lo tanto, las parafilias que ambos miembros disfrutan y que no hacen daño a terceras personas se entienden como conductas sexuales eróticas y no requieren tratamiento.
Las parafilias se dividen en: Exhibicionismo, Fetichismo, Frotteurismo, Pedofilia, Masoquismo sexual, Sadismo sexual, Fetichismo travestista y Voyeurismo.