Se ha popularizado mucho la utilización del término depresión y se ha hecho extensivo a cualquier periodo de tiempo, incluso por breve que sea en el cual la persona está más triste. “Estoy deprimido”, podemos llegar a decir en una tarde lluviosa de otoño, o cuando nos ha ocurrido un suceso negativo.
Estamos ante el trastorno bipolar que, aunque afecte a las emociones, tenemos que entender que es una enfermedad que afecta al cerebro. La función cerebral de la regulación de las emociones se encarga de que tras la reacción de alegría cuando hay algún suceso que nos entusiasma, o de tristeza cuando hay una circunstancia negativa, todo se normalice de forma gradual sin perpetuar ese estado de ánimo más allá de lo necesario.
Sin embargo, en el Trastorno Bipolar es como si nuestro termostato de la calefacción que tenemos en casa no funcionara cuando la temperatura baja por debajo de la que hemos marcado y no salta la calefacción o siga calentando por encima de la temperatura marcada. Por lo tanto, necesitamos regular ese termostato con un tratamiento para poder mantener nuestra vida con normalidad. Por lo tanto, su alteración nuclear se encuentra en el cerebro, concretamente en las estructuras encargadas de modular nuestro ánimo a las circunstancias externas.
Todo en el organismo tiende a un equilibrio y está preparado para que cuando sube o baja en exceso algo se vuelva a los niveles estables: Nuestros niveles de glucosa deben estar dentro de un rango, ni muy altos ni muy bajos. Así podríamos seguir: la tensión arterial, la frecuencia cardíaca, etc….Hasta nuestro ánimo.
En condiciones normales, si el ánimo sube o baja mucho, de forma gradual volverá a equilibrarse para evitar las complicaciones que pueden aparecer, al igual que no es bueno mantener muy alta o baja la glucosa. Hasta el ánimo bajo tras la muerte de un ser querido se tiende a regularizar en condiciones normales para que continuemos nuestra vida.
En el trastorno bipolar se altera esta regulación y se mantiene el ánimo bajo apareciendo episodios depresivos o el ánimo alto y aparecen episodios maníacos o hipomaníacos. Son por lo tanto episodios de ánimo alterado por una mayor duración o intensidad de la necesaria y, por lo tanto, con repercusión negativa en el funcionamiento social, laboral y personal de la persona que lo sufre.
Así, si no se trata, aparecen estos episodios de euforia desmedida (manía o hipomanía) o de ánimo bajo (depresión) de forma recurrente, pudiendo alternar con episodios de normalidad de estado de ánimo (eutimia).
Tipos de Trastorno Bipolar
Aunque cada persona es única y distinta y, por lo tanto, es muy importante individualizar cada caso, desde un punto de vista práctico, de cara a diferenciar el abordaje terapéutico es importante considerar la existencia de varios subtipos de trastorno bipolar.
Tipo I
Cuando se presentan episodios maníacos (euforia o irritabilidad desmedida que provoca pérdida del juicio de realidad) con alternancia de otros depresivos nos encontramos con el denominado tipo I.
Tipo II
Existe un segundo tipo denominado tipo II en el que no existirían episodios maníacos sino hipomaníacos (caracterizados por una menor intensidad que los maníacos y sin ruptura con la realidad) y sobre todo con predominio en la evolución de los episodios depresivos.
Espectro bipolar
El denominado “espectro bipolar” podríamos considerarlo como un tercer tipo que incluiría a pacientes con episodios depresivos recurrentes y eventuales manifestaciones del polo maníaco, como por ejemplo: ánimo hipertímico de base (muy activo, con tendencia a la expansividad, menor necesidad de sueño, etc.), síntomas de la esfera maníaca durante el episodio depresivo, antecedentes de trastorno bipolar en la familia, etc. Es decir, son formas menores de trastorno bipolar, sin presentar todas las características del mismo, pero que precisan una orientación de tratamiento similar.
Ciclotimia
Por último, existe también la denominada “ciclotimia” en la que se producen fluctuaciones en el estado de ánimo en una menor escala, sin llegar a sufrir episodios depresivos graves.
Causas del Trastorno Bipolar
La causa última del Trastorno Bilpolar tiene una base biológica, la alteración de la región cerebral que regula el estado de ánimo, motivada por una predisposición hereditaria, es decir, que el trastorno bipolar tiene un importante componente genético.
Cuando oímos hablar de genética, se tiende a pensar en una forma de herencia simple donde la aparición de un rasgo como el color de ojos queda condicionado y determinado total y únicamente por la expresión de un gen.
El trastorno bipolar es una enfermedad genética no tan simple, posiblemente asociada a varios genes que interaccionan entre sí y con el ambiente de tal forma que son las circunstancias externas las que van a determinar el momento y la forma de aparición del trastorno.
Esto lo sabemos porque en los gemelos univitelinos (idénticos entre sí en el 100% de su código genético), cuando uno de ellos sufre trastorno bipolar el otro no lo va a presentar en el 100 % de los casos, sino aproximadamente en el 80 % de los casos. Es decir, hay un 20 % de factores no genéticos que condicionan la aparición o no del trastorno bipolar.
En el trastorno bipolar, como en el resto de las enfermedades poligénicas (como la dibabetes tipo 2 o del adulto), además de la presencia de unos genes, se tienen que dar una serie de circunstancias precipitantes o desencadenantes externas para que aparezca la enfermedad.
Cuando debuta la enfermedad es frecuente que sea precedida por una situación vital estresante (bien de forma aguda o sostenida en el tiempo), por la toma de sustancias (cannabis, cocaína, etc.), alteraciones hormonales (en el postparto) o toma de determinados fármacos (corticoides). Posteriormente, la aparición de nuevos episodios no tiene por qué estar tan relacionada a un factor precipitante sino que pueden recurrir de forma espontánea; de hecho esto ocurrirá si no se trata adecuadamente.
Síntomas del Trastorno Bipolar
¿Cómo controlar el trastorno bipolar? Esta es una de las demandas fundamentales que tienen los pacientes cuando acuden a terapia por primera vez. Es importante tener en cuenta que el trastorno bipolar se tarda bastante en diagnosticar, a veces hasta más de 5 años. Cuando nos planteamos qué es la bipolaridad en psicología, será necesario reconocer e identificar los síntomas.
FASE DEPRESIVA
Cuando hablamos de Depresión Bipolar lo estamos haciendo con estos síntomas:
Tristeza:
bajo estado de ánimo durante la mayor parte del tiempo. La sensación de tristeza y vacío es absoluta. A veces ese estado de ánimo llega a considerarse irritabilidad.
Dificultad de concentración:
la capacidad de pensar, prestar atención, concentración o incluso la capacidad para tomar decisiones se ve muy afectada en esta fase.
Agotamiento y fatiga:
el insomnio o hipersomnia fomentarán la sensación de fatiga y agotamiento presente la mayor parte del día.
Pensamientos de suicidio:
la sensación de desesperanza y la idea de suicidio es muy recurrente en la fase de depresión. No obstante, esta idea no suele ser muy elaborada, sino más bien fruto de una idea impulsiva.
Sentimiento de falta de valía:
el sentimiento de inutilidad suele estar presente en la persona con trastorno bipolar.
Ganancia o pérdida significativa de peso:
asociado al aumento o pérdida de apetito se daría este cambio físico, muy común en personas con esta patología.
Estos sólo serían algunos de los síntomas que pueden estar presentes en la fase depresiva del trastorno bipolar.
FASE MANÍACA O HIPOMANÍACA
Cuando hablamos de fase maníaca o hipomaníaca lo estamos haciendo con estos síntomas:
Optimismo exagerado:
como en esta fase del trastorno el ánimo es excesivamente elevado, también lo será, en consecuencia, el optimismo. Será un optimismo muy alejado de la realidad.
Tensión y nerviosismo:
estos rasgos serán muy comunes y estarán muy presentes en las personas con trastorno bipolar.
Locuacidad:
la excesiva verborrea será una constante en esta fase maníaca.
Distraibilidad marcada:
otro rasgo será la imposibilidad de centrarse y pensar concretando o prestar atención selectiva en un solo aspecto.
Inadecuada toma de decisiones:
la toma de decisiones puede ser fruto del impulso y con un criterio bastante alejado de la realidad.
Aumento de actividades, incluso de actividad sexual:
la euforia, el exceso de impulsividad y el nerviosismo favorecerán la búsqueda frenética de emociones y con ello se dará un aumento de la actividad. Este aumento se verá también en la actividad sexual que podrá llegar a ser incontrolada.
Aumento de gastos:
el aumento de gastos será la consecuencia de esa euforia sumada al optimismo exagerado.
Grandiosidad:
un sentimiento de grandiosidad teñirá la percepción de la persona que sufre trastorno bipolar.
Estos sólo serían algunos de los síntomas que pueden estar presentes en la fase maníaca del trastorno bipolar. En los estados mixtos del trastorno bipolar se podrían dar síntomas de ambas fases de forma simultánea. Este estado estaría caracterizado por una gran contrariedad.
Consecuencias del Trastorno Bipolar
Para la persona que sufre este trastorno las consecuencias que tiene se darían en todas las áreas. No obstante, existen grados de gravedad y afectación. Aun así no se considera una enfermedad discapacitante.
Aunque hay personas con el trastorno que no pueden desempeñar sus actividades con normalidad, hay otros muchos que sí. Estos últimos suelen estar llevando a cabo tanto tratamiento farmacológico como psicológico.
Problemas laborales o académicos.
En muchos casos se ven afectados en el área laboral, en ocasiones también porque este sea incompatible con la medicación indicada por su tratamiento.
Dificultades cognitivas.
Las capacidades cognitivas se ven alteradas, generándose dificultades al respecto.
Desajuste de los horarios.
El desajuste de horario, como la incapacidad para planificar, estaría muy presente en personas con trastorno bipolar.
Conflictos interpersonales.
Los conflictos interpersonales son muy comunes ya que las familias, amigos y todo aquel que rodea a la persona que sufre este trastorno sufre los constantes cambios de ánimo, viviendo en una constante incertidumbre y desconcierto.
Ansiedad.
La ansiedad y el sufrimiento estarían muy presentes en las personas con trastorno bipolar.
Problemas de pareja.
La contrariedad, la incertidumbre y la falta de anticipación con los cambios de humor, inestabilidad emocional, irritabilidad y sentimiento de grandiosidad conllevaría consecuencias en todo aquél que rodease a la persona con trastorno bipolar, y sobre todo a la pareja de ésta. La relación con el sexo también sería algo que podría condicionar la relación de pareja.
¿Cómo afecta el Trastorno Bipolar al familiar?
El entorno, y en concreto la familia, se puede ver muy afectada por el sufrimiento y el condicionamiento que puede generar su familiar con trastorno bipolar.
Sufrirá las consecuencias de los síntomas que desarrolle el afectado.
En la mayoría de ocasiones los familiares son los que detectan los síntomas cuando aún el que los sufre no se ha dado cuenta. El apoyo de la familia será fundamental para llevar un tratamiento adecuado y sobre todo en la prevención de recaídas, donde la familia tendrá un papel fundamental. Por ejemplo, confiar en un familiar para que éste pueda tomar decisiones cuando la persona con este trastorno no sea capaz, será de gran ayuda.
Tratamiento del Trastorno Bipolar
El tratamiento adecuado para el trastorno bipolar constará de dos terapias fundamentales y que deberán ser combinadas, coordinadas y llevadas a cabo de forma complementaria y simultáneamente en el tiempo. Estas serían la terapia psicológica y la terapia farmacológica.
La terapia psicológica
La terapia psicológica será fundamental en el tratamiento del trastorno bipolar y se deberá hacer de forma individual, grupal y familiar.
Esta debe constar de una parte de psicoeducación, en la que tanto el paciente como las personas que le rodean obtendrán información relevante y de gran utilidad sobre la enfermedad.
Por otro lado la intevención, desde la corriente psicológica cognitiva conductual abordará, entre otros aspectos, el manejo de la ansiedad y la elaboración de estrategias para afrontar determinadas situaciones. Además ayudará al paciente a prevenir crisis, anticipando factores o situaciones que puedan ser precipitantes.
Terapia farmacológica
El tratamiento farmacológico es el pilar fundamental de la terapia del trastorno bipolar, a la que se debe asociar también un abordaje psicosocial. Con el tratamiento adecuado la mayoría de los pacientes pueden llevar una vida totalmente normalizada. No hay que tener prejuicios infundados hacia la medicación, que ha demostrado ser eficaz y segura en el tratamiento del trastorno bipolar. Tampoco hay que tener miedo a utilizarlos por el riesgo de dependencia.
También hay que evitar pensar que la medicación es el resultado de no haber podido regular el estado de ánimo por nosotros mismos. Esto es algo imposible de realizar, de forma similar a un diabético que trata de regular su glucosa en sangre sin la ayuda de un tratamiento. Por supuesto, además podrá hacer más cosas para ayudar a la medicación y complementarla.
A veces el tratamiento puede implicar dos o más tipos de fármacos cuando la situación clínica así lo aconseja y tampoco debemos preocuparnos ya que nuestro psiquiatra tendrá en cuenta la seguridad de dichas combinaciones. Debemos recordar que el objetivo que debemos perseguir es la estabilidad. Si no se alcanza, entonces no frenaremos la progresión del trastorno. Una vez alcanzada la estabilidad, siempre habrá tiempo para simplificar el tratamiento bajo el consejo de nuestro psiquiatra.
¿Cuáles son los fármacos utilizados?
Los principales son los denominados estabilizadores del estado de ánimo o del humor. Estos incluyen el litio, valproico, carbamazepina y lamotrigina. También se utilizan mucho los antipsicóticos y antidepresivos.
LITIO
Uno de los tratamientos más estudiados desde hace años y que ha demostrado una mayor eficacia para un porcentaje muy alto de pacientes son las sales de litio.
El litio actúa estabilizando el humor, por lo tanto evitando nuevas recaídas (en muchos pacientes se logra este objetivo) o que éstas, si se produjeran, sean más leves. También puede ser eficaz como tratamiento de las fases maníacas y depresivas, aunque casi siempre va a necesitar en estos casos añadir otros tratamientos específicos para cada fase.
Además de su eficacia en la prevención de recaídas, tiene un efecto disminuyendo el riesgo de suicidio, así como protegiendo a las neuronas de los efectos negativos asociados a la aparición de nuevos episodios.
Los principales inconvenientes que puede presentar es la aparición, en algunos casos, de ciertos efectos secundarios como temblor, diarrea o aumento del volumen de orina. Son efectos secundarios de intensidad leve y que pueden reducirse ajustando los niveles en sangre. Para ajustar dichos niveles hay que realizar controles periódicos de los niveles de litio en sangre que permiten ajustar la dosis de litio a tomar y así que se mantenga en las concentraciones terapéuticas adecuadas y evitando que alcance niveles tóxicos. Las analíticas sanguíneas también son necesarias para controlar la función del riñón y de la glándula tiroides y, de una forma global, asegurar el buen funcionamiento del organismo.
En algunas ocasiones el litio puede provocar una disminución de la función renal y de la producción de hormonas tiroideas (hipotiroidismo), por ese motivo es importante realizar estos controles periódicos y así poder evitarlos.
En cualquier caso, su médico le informará de forma más extensa sobre todo lo que se debe conocer sobre el tratamiento del litio para así permitir que lo tome con completa seguridad y eficacia.
ÁCIDO VALPROICO O VALPROATO Y CARBAMAZEPINA
Se trata de los estabilizadores del estado de ánimo más utilizados como alternativa al litio. Son fármacos antiepilépticos (lo cual confunde a muchos pacientes) pero que no sólo son eficaces en el control de la epilepsia, sino también en el tratamiento y prevención de nuevos episodios en el Trastorno Bipolar. Son más eficaces en el tratamiento y prevención de episodios maníacos que depresivos y requieren también de controles sanguíneos para determinar sus niveles en sangre, así como controlar la posible aparición de algunas complicaciones que, aunque no muy frecuentes, pueden aparecer con su utilización.
En el caso de mujeres en edad fértil deben ser utilizados con precaución al tratarse de fármacos que presentan verdadero riesgo de teratogenia, es decir, de producir malformaciones en el feto. Toda mujer en edad fértil que requiera tratamiento con estos fármacos debe evitar quedarse embarazada.
LAMOTRIGINA
De nuevo un fármaco antiepiléptico que también es eficaz en el Trastorno Bipolar. En este caso su eficacia se centra en la prevención de episodios depresivos, aunque también puede ser eficaz como tratamiento de los mismos.
Su gran ventaja es no requerir determinaciones analíticas.
ANTIPSICÓTICOS
Son fármacos cada vez más utilizados en el tratamiento del Trastorno Bipolar. A pesar de que su denominación también resulta engañosa haciendo pensar que sólo van a actuar sobre los síntomas psicóticos, la eficacia de los antipsicóticos se extiende sobre otros muchos síntomas presentes en el Trastorno Bipolar. De hecho, algunos de los denominados de segunda generación o atípicos pueden ser considerados como estabilizadores del estado de ánimo al mostrar eficacia tanto sobre síntomas maníacos, como depresivos y, en muchas ocasiones, formar parte del tratamiento de mantenimiento para prevenirlos.
Los atípicos o de segunda o tercera generación, presentan muchos menos efectos secundarios, aunque algunos como la olanzapina, quetiapina o risperidona pueden producir aumento de peso y otras alteraciones metabólicas. En este sentido son preferibles algunos otros como la asenapina, aripiprazol, cariprazina o lurasidona.
ANTIDEPRESIVOS
Son fármacos que deben ser utilizados con mucha precaución en el Trastorno Bipolar por el riesgo de inducir un episodio maniíaco o hipomaníaco (situación denominada viraje) o de acelerar el proceso del trastorno, aumentando el número de episodios que aparecerán en el futuro. Esto es mucho más probable con aquellos fármacos denominados tricíclicos o de acción dual (que actúan además sobre el sistema noradrenérgico o dopaminérgico). El viraje es menos frecuente con los serotoninérgicos, sobre todo asociando un estabilizador del humor que lo prevenga.
El paciente con Trastorno Bipolar, cuando se encuentra en un episodio depresivo, quiere salir cuanto antes de ese estado, pero también hay que sopesar el riesgo de provocar un aumento de la ciclación de la enfermedad. Por lo tanto, son fármacos que hay que utilizar con precaución, siempre asociados a un estabilizador y por periodos de tiempo limitados.
Beneficios del tratamiento
El trastorno bipolar es una enfermedad crónica. Aparecerá de forma intrusiva a lo largo del tiempo. No obstante, con un buen tratamiento se pueden controlar los síntomas, vivir con normalidad y alcanzar un equilibrio que proporcione plenitud y estabilidad en el día a día.
Un tratamiento adecuado será fundamental para abordar el trastorno bipolar. La continuidad, el compromiso con la terapia y sobre todo con el trabajo personal de uno mismo, serán aspectos fundamentales para poder llevar a cabo un tratamiento eficaz.
La sinceridad, la confianza y el respeto serán necesarios para crear un buen vínculo terapéutico.