Esquizofrenia: Cómo entender la enfermedad mental crónica
Cuando hablamos de esquizofrenia nos referimos a una enfermedad mental grave y crónica. Existen varias formas clínicas de esta patología, pero el presente artículo se centrará en qué papel puede adoptar la familia ante la esquizofrenia para entender “su mundo” y poder llevar a cabo una convivencia con la enfermedad lo más adaptada posible.
Quien padece esquizofrenia sufre una ruptura con la realidad, es decir, vive una realidad “diferente”. Para que nos hagamos una idea, es como encontrarnos en un planeta distinto al nuestro, donde no entendemos el idioma, ni cómo funcionan las cosas, donde todo es desconocido, etc., pero es lo que realmente estamos viendo y sintiendo. Por este motivo es difícil entender su mundo y poder comunicarse bien con el enfermo. El papel del profesional, psiquiatras y psicólogos, es el de descifrar ese mundo para poder ayudarlo, y en el caso de la familia, lo importante es entender que su mundo es diferente, sin entrar a cuestionarlo. Por ello, en cuanto a la comunicación, es más importante cómo estamos frente al enfermo que lo que tenemos que decir. Es muy importante un clima de tranquilidad, donde podamos reconfortar y apoyar más que resolver su angustia entrando en sus ideas (situadas en una realidad diferente) o manifestaciones no verbales como pueden ser diversos gestos que a veces no expresan lo que creemos, por ejemplo una sonrisa puede no significar que esté contento.
Todo esto provoca ansiedad e inseguridad en los familiares, y en algunos casos, como le ocurrió a uno de nuestros pacientes cuando nos decía: “mi mujer dice que digo absurdeces y que estoy loco”, que no se esté dando una adecuada conciencia de enfermedad en el familiar.
Existe un constructo muy investigado en psicología llamado ante la esquizofrenia, se trata de la Emoción Expresada, referido a la conducta emocional que se pone de manifiesto en el contexto familiar hacia el enfermo mental. Este constructo cobra importancia de cara al mantenimiento de la enfermedad e, incluso, a que pueda desencadenarse una recaída. En las investigaciones hechas se ha visto que la familia tiene claramente dos tendencias, por un lado hay familiares que tienen una excesiva implicación emocional hacia el paciente, llegando incluso a la sobreprotección, y en estos casos se impide la autonomía del paciente, puede mantenerse también la no conciencia de enfermedad si el familiar se encarga de todo (medicación, tareas de responsabilidad, etc.), por lo tanto no facilita la recuperación ni la adecuada convivencia con la enfermedad, así como tampoco el correcto abordaje de la sintomatología.
Por otro lado, se puede dar una actitud crítica hacia el paciente, a veces de hostilidad, cuando no se entienden los síntomas, y se etiqueta al enfermo de “despistado”, “guarro”, “loco”, etc.
Por ello, son objetivos importantísimos a trabajar en la familia, ayudarles a entender la esquizofrenia y a aceptar la enfermedad, mejorar la comunicación dentro de la familia para facilitar la expresión emocional adecuada y la búsqueda de soluciones cuando se presentan problemas y cambiar aquellas conductas que pueden estar siendo perjudiciales para el enfermo, a fin de contribuir a su mejoría clínica.
La familia necesita atención psicológica y pautas de manejo en la relación con el enfermo y para sí mismos, y su propio autocuidado.
Artículo de Marta Bermejo Victoriano
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