En los tiempos que vivimos actualmente cada vez se le da una importancia mayor a la imagen, el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales ha contribuido notablemente a ello, llegando incluso a generar en algunas personas con cierta vulnerabilidad, una auténtica obsesión por el aspecto físico.
Cuando se nos bombardea con información sobre el cuerpo ideal, sobre todo a determinadas edades más críticas como la adolescencia, aquellas personas que no tienen una autoestima adecuada suelen compararse y verse “defectos” que quizá no son tales, pero comenzamos a verlos como algo a cambiar para alcanzar esos ideales sociales, para ser aceptados, tener éxito y conseguir nuestros objetivos, etc.
¿Qué consecuencias tiene?
Podemos encontrarnos con personas en nuestra consulta con problemas que van desde la baja autoestima, a tener complejos, y a algo que va más allá de los complejos, siendo de mayor gravedad, como es el trastorno dismórfico corporal que tiene que ver con las obsesiones preocupantes que surgen de forma repetitiva sobre imperfecciones que la persona percibe. Y es bastante frecuente el tratamiento de estos casos de distorsión de la imagen, donde quien lo padece sufre de altos niveles de ansiedad y síntomas depresivos que pueden conducir al aislamiento social, a problemas laborales o académicos, familiares, etc.
Las personas que lo sufren se fijan en lo que ellas perciben como una imperfección en alguna parte del cuerpo. Así como las personas con trastornos de la alimentación se enfocan en su peso, quien padece este trastorno se obsesiona con un aspecto de su apariencia. Ven aquello que les parece feo, demasiado grande o pequeño, grueso o delgado, etc., de una manera totalmente desproporcionada, llegando incluso a ver alguna malformación donde no la hay, pero quien lo sufre lo cree realmente así.
Esto genera una gran tensión emocional que se tiende a aliviar de alguna manera, normalmente compulsivamente, por ejemplo mirándose excesivamente al espejo, preguntar a los demás de manera exagerada, haciéndose fotos para comprobar el aspecto, etc.
Evitar actividades es otra de las características de todo esto. Una persona puede quedarse en su casa para evitar ser vista por otras personas, no ir a clase, no realizar actividades que impliquen socializar con otros.
Quien lo padece sufre continuos pensamientos negativos centrados en algún punto de su apariencia, y la necesidad de calmar la ansiedad que éstos provocan a través de diversos rituales, o bien, evitando aquellas situaciones donde puedan ser vistos u observados, produciendo gran interferencia en su vida cotidiana.
Obsesiones que distorsionan la imagen de sí mismo
Buscar la ayuda en la medicina estética para tratar de corregir la apariencia de sus imperfecciones no es la solución al problema, ya que generalmente no quedan satisfechas con los resultados o puede que comiencen a preocuparse por cualquier otra imperfección, por ello el tratamiento adecuado es el médico (farmacológico en los casos que sea necesario, ya que suele estar relacionado con una desregularización de la serotonina) y psicológico. Es muy importante tratar las obsesiones y las compulsiones que distorsionan la imagen del cuerpo llevando a la persona a tener una imagen de sí misma como fea y defectuosa.
Autora Marta Bermejo
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