El pensamiento obsesivo se caracteriza por la forma intrusiva de presentarse en nuestra mente, es decir, tiene una parte involuntaria, ya que nuestra mente crea y genera todo tipo de pensamientos, algunos son positivos, otros no, muchos son irracionales o absurdos, otros son lógicos, etc. Y esta es la parte que no podemos controlar, pero hay otra parte, que sí es voluntaria, y que tiene que ver con la interpretación que le damos a esos pensamientos, que suele ser catastrofista, y la manera en que lo pensamos. Normalmente intentamos buscar solución a ese pensamiento, queremos llegar a una conclusión que nos calme, le damos distintos puntos de vista, etc., y esto solo sirve para darle al pensamiento más importancia y poder.
Es importante saber distinguir entre aquellos pensamientos que sí nos sirven, que son racionales y por tanto lógicos, y “tirar a la basura” aquellos que son absurdos y que no tienen respuesta. Pero a veces este no es un trabajo fácil y no podemos deshacernos de aquellas ideas que nos generan ansiedad y malestar significativo. La clave está en no luchar contra ellos, cuando intentamos “no pensarlos” los hacemos más fuertes y poderosos y así están más presentes en nuestra cabeza, por ello hemos de hacer lo contrario, permitirlos estar, incluso observarlos como un producto de nuestra mente, nada más, con los que no tenemos ni siquiera que estar de acuerdo. Exponernos a ellos y no tratar de evitarlos es lo que nos asegura que podamos vencerlos y tolerarlos cuando aparezcan sin que generen malestar. Por tanto, no es lo mismo observarlos y dejarlos estar tal y como aparecen, que intentar darles solución o verlos de tal forma que nos calme, nos convenza y nos quite la angustia, ya que esto solo es temporal, y en breve volverá el mismo pensamiento a aparecer.
Claves para el pensamiento obsesivo
Una de las estrategias que podemos hacer es posponer nuestro pensamiento obsesivo. Si intentamos deshacernos de ese pensamiento obsesivo al instante probablemente fracasaremos en la tarea, así que en vez de ello, vamos a dar un paso menos importante con el objetivo de obtener dominio de una parte del proceso obsesivo.
- Permítete tener la obsesión, no te resistas.
- Asume el compromiso de prestar atención a tus preocupaciones en otro momento, tú decides cuando.
- Ahora desplaza tu atención a otra actividad o tarea, mejor si es algo que absorba nuestra atención para que nos resulte más fácil.
- Cuando llegue el momento que hemos decidido vamos a dedicarnos durante unos minutos, 15 ó 20, para atender ese pensamiento obsesivo. A este momento lo llamaremos “tiempo basura”. Repite las preocupaciones una y otra vez hasta que se acabe le tiempo.
Esta técnica, recomendada por muchos profesionales de la salud mental, incluyendo algunos psicólogos en Madrid, nos permite postergar las obsesiones por un período limitado para no entrar en el círculo vicioso que resulta de combatirlas, vamos a dejar que otras cosas sustituyan temporalmente al pensamiento obsesivo.
Cuando voluntariamente escoges preocuparte, las obsesiones van perdiendo su poder, y si te vas quedando sin ellas ¡eso es buena señal! Eso significa que nos estamos habituando a ellas.
Artículo de Marta Bermejo Victoriano
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