El trastorno bipolar: Conocer su origen y tratamiento
El trastorno bipolar se ha puesto de moda últimamente. Sin embargo es un trastorno que se conoce desde hace muchos siglos en medicina y los antiguos médicos griegos como Areteo de Capadocia ya lo describían. En los últimos años, diversas personalidades han dado un paso al frente en países como Estados Unidos o el Reino Unido reconociendo ser pacientes con trastorno bipolar. Los testimonios de estas personas, que a pesar de sufrir este trastorno han podido llevar una vida de éxito, han ayudado a “normalizar” esta enfermedad ante la opinión pública y que muchos de los que la sufrían en silencio hayan podido conocerla y acudir a solicitar ayuda.
Una de las motivaciones que me llevan a escribir estas líneas es la de tratar de romper con el tabú de nuestra sociedad relativo a la enfermedad mental y al trastorno bipolar en particular, para evitar con ello que cuando a un paciente o a sus familiares se les comunica el diagnóstico de trastorno bipolar sufran un mazazo y entiendan que éste, como muchos otros trastornos tiene tratamiento y puede permitir realizar una vida absolutamente normal. Por el contrario, huir de ella y del tratamiento sólo hace acrecentar el problema y disminuir su calidad de vida.
Muchas veces, cuando tenemos que comunicar a un joven que sufre un trastorno bipolar, se produce una negación del trastorno: “esto no es cierto que me pase a mí”; “todo ha sido porque atravesaba una época de estrés”, etc. Son las respuestas más frecuentes y la consecuencia de ello es el abandono del tratamiento y la recaída. Si desde diversos foros como este, vamos dando a conocer lo que es realmente el trastorno bipolar, es muy probable que las personas no tengan que enfrentarse a esta enfermedad como un estigma y les ayude a realizar adecuadamente un tratamiento con el objetivo final de mantenerse bien.
Pero, ¿qué es el trastorno bipolar?
Es un trastorno que puede afectar entre un 2 y un 5% de la población y que suele iniciarse entre la segunda y tercera década de la vida pero puede aparecer también en la infancia-adolescencia o la senectud. Sus síntomas fluctúan de forma típica desde los periodos de euforia (episodios maniacos o hipomaniacos) en los que se produce un estado de ánimo elevado (euforia), con todo lo que ello implica: autoestima exagerada, mayor sociabilidad y locuacidad, aumento de los gastos; aumento de la actividad motora, con implicación en proyectos fuera de lo razonable o una menor necesidad de dormir; y pensamiento acelerado, etc…
… a los síntomas depresivos, los cuales suelen ser más frecuentes y duraderos, caracterizados por un estado de ánimo bajo (tristeza), síntomas como la apatía, cansancio, alteraciones del sueño (insomnio o somnolencia excesiva) y apetito (aumento o disminución), pensamiento enlentecido con tendencia a culpabilizarse, baja autoestima y desesperanza hacia el futuro. En este contexto es muy frecuente que aparezcan ideas de muerte, intentos de suicido y por desgracia, suicidios consumados.
Existen varios subtipos de trastorno bipolar, pero podríamos decir que cada persona es distinta y por lo tanto la evolución en cada uno va a ser diferente dependiendo de diversos factores. En cualquier caso, el factor más importante y que va a influir en una mejor evolución es que se realice un diagnóstico temprano y se aborde con un tratamiento adecuado.
¿Por qué se produce?
El trastorno bipolar es una enfermedad caracterizada por la existencia de una alteración en los mecanismos cerebrales de regulación del estado de ánimo, los cuales nos llevan a estar alegres o tristes según las circunstancias externas. Sin embargo, en el trastorno bipolar se rompe esta regulación. Por lo tanto, se trata de una alteración que se encuentra localizada en el cerebro, y por ello tiene una base biológica condicionada por una forma de herencia. El paciente con trastorno bipolar hereda la predisposición (en su familia suele haber antecedentes del propio trastorno o de depresión), que hace que se exprese en un momento dado ante la aparición de diversos factores externos como el estrés, sustancias, alteraciones hormonales, etc.
¿Cómo se diagnostica?
La única forma de diagnosticar el trastorno bipolar es mediante la entrevista clínica, es decir, mediante la entrevista con un profesional que ha recibido años de formación para saber captar los síntomas.
¿Cómo se trata?
Dado que existe una alteración subyacente en los mecanismos de regulación del estado de ánimo del cerebro, precisa controlarse con la medicación adecuada. No hay que tener prejuicios infundados hacia la medicación, que ha demostrado ser eficaz y segura en el tratamiento del trastorno bipolar y hay que evitar pensar que si la tomamos no hemos sido capaces de regular nuestro estado de ánimo. El objetivo es alcanzar la estabilidad y no estar sin medicación. Como hemos dicho anteriormente es algo que no depende de nosotros totalmente, al igual que los diabéticos no pueden controlar sus cifras de glucosa en sangre por mucho que tomen sólo medidas dietéticas y precisan de tratamiento. Siendo el tratamiento farmacológico, individualizado para cada paciente, el pilar fundamental del tratamiento, de forma similar a los diabéticos, hay además otras medidas que deben adoptarse para mejorar la evolución de la enfermedad. Así, también es muy útil complementarlo con el abordaje psicológico, una parte muy importante del tratamiento psicológico es la denominada psicoeducación que consiste en conocer más adecuadamente el trastorno, los precipitantes, la necesidad del tratamiento, así como llevar un régimen de vida que permita afrontar el estrés, evitar la falta de sueño, etc.
De entre los diversos tratamientos farmacológicos utilizados destacan las sales de litio por ser conocidas desde hace décadas. Sin embargo, actualmente existen otros muchos tratamientos que se utilizan con éxito. Hay que recordar que el tratamiento siempre ha de ser individualizado y no todos los tratamientos son los adecuados para todos los pacientes. De nuevo el especialista en trastorno bipolar será el profesional mejor preparado para ayudar a encontrar el mejor tratamiento para cada caso.
Artículo de José Manuel Montes
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