¿Premeditado o fruto de enfermedad mental?
La noticia que hace tan solo unos días conmocionaba a todo el país, ocurrida en un instituto de Barcelona, donde un menor de 13 años asesina a uno de sus profesores de 35 años, y deja heridas a otras cuatro personas, sin duda nos hace plantearnos a todos ¿por qué llegan a ocurrir estas cosas?, ¿qué pasa por la mente de una persona para llegar a cometer estos actos?
El joven iba armado con una ballesta con flechas caseras, un machete de montaña y un cóctel molotov que había montado en una botella de cerveza. Al parecer, cuando intentaban reducirle, el menor gritaba que oía voces que le decían que tenía que matar a gente. Algunas compañeras declaraban además que llevaba varios días diciendo que iba a matar a alguien y que había amenazado con destruir el colegio, y lo describen como “introvertido y aislado”. Por otro lado, los profesores y padres del instituto lo definen como una “persona normal y de trato afable”.
Parece ser que es aficionado a una famosa serie de zombies donde uno de los protagonistas utiliza una ballesta para matar, así como seguidor de una web “gore” para mayores de edad donde se recogen fotos y vídeos reales de situaciones macabras como asesinatos, accidentes, etc.
¿Qué causas llevan a un menor de 13 años a asesinar a su profesor? ¿Se trata de un brote psicótico puntual o un acto premeditado y calculado?
Todavía es pronto para determinar el perfil psicológico del menor. Pero sí podemos analizar lo ocurrido teniendo en cuenta, por un lado dados los gustos de este menor, la gran influencia que tiene internet y lo que un menor puede encontrar allí de forma fácilmente accesible, como son algunas páginas de contenido violento, de fabricación y uso de armas, con personajes, a veces ficticios como puede ser el de un video juego, o reales como los protagonistas de diversas noticias, o aquellos que justifican el uso de la agresividad.
Ahora bien, ¿qué características psicológicas y de personalidad tiene un menor que frecuenta estas páginas o tiene estos gustos?
Está claro que existe en origen una curiosidad por estos contenidos, curiosidad que no todos tenemos, y que va más allá de lo morboso. Puede haber múltiples factores que faciliten que un menor haga uso de estas páginas como puede ser la pertenencia a una familia desestructurada, donde se den comportamientos violentos, baja autoestima, problemas sociales y de relación con los demás, falta de empatía etc., pero no podemos afirmar que estas sean características únicas o no podamos encontrar chavales con familias estructuradas, sin patrones de comportamiento agresivos que también tengan interés por buscar información relacionada con la violencia.
Y lo que sí sabemos es que la violencia puede ser muy contagiosa, y más en un menor cuya personalidad aún no esté totalmente desarrollada, y por tanto es más influenciable, o tienda a relacionar de manera equivocada los comportamientos violentos a valentía o ser admirado.
Pero, ¿es esto suficiente para llegar a cometer un asesinato? Para que un joven se convierta en un asesino han de darse, según Echeburúa, una serie de condiciones: “que haya un daño cerebral que afecte a los mecanismos reguladores de la conducta y provoque una impulsividad extrema, o que tenga alguna vulnerabilidad de tipo biológico o psicológico.” En algunos casos, los jóvenes influenciados por determinados videojuegos o gustos por series o personajes violentos, puede que quieran convertir en realidad su fantasía de librarse de aquellos que les resultan un “fastidio o molestos”.
En el caso de que estemos ante un joven que haya actuado en un momento de ruptura con la realidad de forma temporal, hablaríamos de un brote psicótico, que va precedido antes de producirse de un comportamiento generalmente inusual o desorganizado, con ideas “extrañas”, suspicacia y desconfianza, a veces descuido personal en apariencia e higiene, aislamiento social y faltas a la escuela o trabajo.
Hay varias enfermedades mentales en las que se pueden presentar brotes psicóticos, la más conocida es la esquizofrenia, pero una persona genéticamente vulnerable a la psicosis podría tener un episodio psicótico breve, por ejemplo tras una situación de estrés donde el sujeto se descompense, donde los síntomas desaparecen de forma rápida y la recuperación es total, (no refiriéndonos en este caso a psicosis tóxica por consumo de sustancias).
Sin duda, tras una evaluación psicopatológica sobre el estado del protagonista de tan desagradable suceso podremos saber con mayor exactitud si se trata de algo premeditado, aunque de ser así, habrá factores psicológicos a tener en cuenta, o se trata de la actuación de una persona en estado de enajenación mental.
Artículo de Marta Bermejo Victoriano (Psicóloga de Psicomaster)
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